Inupi y Koko.

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Y recuerden, si alguna vez creen que lo saben todo en realidad no saben un carajo y menos cuando tienes un hijo y un sobrino cinco veces más inteligentes que tú.

- Fuji, más lento es que no puedo ver. - Takemi habló tomando el brazo de Fuji con miedo. -

- Tranquilo, Mimi, yo te cuido. - Estaba por reír hasta que Chifuyu me dió un delicado golpe en el estómago y por delicado quiero decir que me dejó sin aire.

- ¡Auch! ¡Fuyu! ¿y eso por qué? -

- ¿¡Que por qué, maldito loco!? ¡Mira a los niños! - Hice caso al segundo pero no pude evitar una carcajada cuando ví a Takemi caerse y a Fuji también por intentar levantarlo. - ¿¡Qué carajo le vamos a decir a Mikey y a Takemichi!? ¡Takemichi va a llorar y Mikey nos va a matar, va a cortar nuestras cabezas y las va a vender en el mercado negro!

Los niños estaban empapados de pies a cabeza con lodo y basura, tanto que Takemi ni siquiera podía abrir los ojos y Fuji tenía restos de basura hasta dentro de los zapatos.

¿En qué momento llegamos a tanto? Ah, cierto.

En el momento en el que Fuji nos terminó distrayendo para escaparse con Takemi.
La mejor parte fue cuando de verdad creímos que había un gato jugando fútbol.

Para mi muy mala suerte Kokonoi apareció dando vuelta la esquina ¿justo hoy? ¿en domingo? ¿no tenía algo mejor que hacer como jugar al bingo con abuelas y robarles dinero?
Miré a todos lados buscando un lugar para esconderme pero no encontré ninguno y en nada se iba a dar cuenta del desastre de sus sobrinos que por cierto amaba mucho, pero bueno ¿saben algo? igual no quería regalo de navidad.

Él levantó la vista de su celular mirando con horror a las dos bolitas de lodo en medio de la calle, nos miró y así intercalaba su mirada entre todos por unos segundos.

- Contexto. -

- Te la comes sin pretexto, jaaaa dormiste Koko. - Un zape en la cabeza de mi esposo fue lo que recibí a cambio.

- Los llevamos a pasear, Fuji nos dijo que había un gato jugando fútbol en la cancha del parque y le creímos, los dejamos comiendo helados y cuando volvimos ya no estaban. - Empezó a contar Chifuyu.

- ¿Los dejaron solos? ¿qué clase de padres son ustedes? - Nos miró con reproche mientras sacaba un pañuelo blanco de su bolsillo para limpiar el rostro de los niños.

- Mejores que los tuyos, efectivamente. - Contesté.

- Como decía, los dejamos y fuimos a buscarlos pero ya no estaban y-

- Obviamente no. -

- Interrumpes una vez más a mi varón y te abro el estómago con una cuchara. -

- Entonces, cuando volvimos no estaban y los encontramos después en un parque alejado y viejo, llenos de basura y lodo. -

Koko nos miró con la ceja levantada incrédulo.

- ¿Y cómo se supone que mágicamente sabían en dónde estaban los niños? - Su tono burlón me ocasionó un pequeño tic en el ojo pero recordé que mi hijo sí quiere regalos en navidad y solamente lo dejé pasar.

- Cuando Fuji quemó el auto de su profesor acordamos ponerle un chip para rastrearlo. - Respondí levantando mis hombros. - Que quede claro que no estuve de acuerdo, el mocoso necesita libertad.

- Y tú necesitas terapia, Baji. -

Rodé los ojos mientras escuchaba la risa de los enanos y la de mi esposo, Koko tomó su celular por unos segundos otra vez y al levantar la vista me sonrió.

، ✶ 𝗟𝗔 𝗙𝗔𝗠𝗜𝗟𝗜𝗔 𝗕𝗔𝗝𝗜 !Donde viven las historias. Descúbrelo ahora