El día está quieto, y tu nombre se me ha borrado sigilosamente como el suave golpeteo del viento a mi ventana. No me lo recuerdes.- Déjalo ir.
Cenizas plateadas, negras y rojizas. Recogen partes de aquel amor marchito con olor a olvido.
- Déjalo ir.
Así descanso y me levanto sin sueño. Porque justo aquí me encuentro, en la fría soledad de tu estropeado abrazo, recordando cuando colocaste tu mano detrás de mi cabeza, y las cerezas frescas salían de tu ropa.
Ese fue tu último adiós y el último abrazo que me diste.
- Christian Daniel
ESTÁS LEYENDO
Escritos de un poeta
PoesíaQuiero agradecer a cada uno de ustedes por ser parte de este libro. La inspiración que tengo para escribir es la misma por la que cada uno de ustedes se animan a leer. ~ También quiero agradecer a cada persona desconocida que me dejó ver desde sus o...