⇢𝚖𝚎𝚎𝚝

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Prácticamente dos mundos distintos, por las diferentes costumbres y modales que tenían.
El reino de los Goodwin', era uno en expansión, un reino próspero que a pesar de la árida tierra donde se ubicaban eran muy ingeniosos y lograron sobrevivir de esa manera.

Por otro lado, un clan que también parecía prosperar; a una gran distancia del reino para no sucumbir a la "fácil" vida que tenían los pobladores; Los lagartos poderosos, con Oso Hacha al mando junto a su sucesor Fangbone.

Como dije, ambos "mundos" se encontraban en un conflicto, gracias a la expansión territorial del reino, a veces la ausencia de alimentos llevaba a algunos bárbaros a querer saquear, siendo castigados por ambos bandos; o simplemente cuando algún pueblerino salía del reino y era atacado por algún guerrero que creía era algún monstruo o enemigo.
Así fue como desconfiaban entre ellos, pero tenían ciertos días al año una reunión entre los líderes para  intentar llegar a algún acuerdo sin éxito alguno.
Especialmente porque quien gobernaba el reino no era más que una mujer y eso el líder de aquel clan siempre usaba como excusa cada vez que no acordaban en algo.

Este año no iba a ser la excepción.
Ya la mujer se dirigía en un carruaje escoltado a la nueva reunión, esta vez acompañada también de su hijo (Futuro rey obviamente, debía aprender sobre diplomacia). — No lo olvides Billiam, si algo fuerte pasa no te alarmes, tu solo escucha, yo lo tengo todo controlado.— Dijo la mujer, tomando de la mano a su hijo de quince años, él se encontraba algo nervioso por ser la primera vez asistiendo a aquella reunión. El pelirrojo asintió bajando poco a poco la mirada, fijándola en sus pies que se movían inquietos.— Créeme, Oso Hacha y yo ya nos llevamos mejor, al menos no se queja de que la monarca sea yo.— Comentó empezando a reír, esperando que su hijo riera pero él estaba más distraído viendo sus pies que prestando atención.

El carruaje se detuvo en una carpa a las afueras del reino, una zona neutral.— Majestad, llegamos.— Dijo un sirviente, abriendo la puerta del carruaje dejó que ambos bajaran de este.

—¿Ya llegó Oso Hacha?— Preguntó la mujer volteando a ver a su sirviente, siempre amable.

—Aún no, debe estar en camino.— Respondió, haciendo una reverencia.— Majestad.— Dijo y se alejó a ayudar a otro a acomodar lo que faltaba del interior de aquella carpa.

—Bien, tenemos que esperar.— Suspiró la reina, algo acalorada por las altas temperaturas de aquella tierra, además no era muy cómodo llevar un vestido pomposo en aquel lugar. El joven príncipe se sacó la capa que poseía y la posó sobre su madre para que se cubriera del sol.

—No creo que a los nobles les guste ver a la reina bronceada como si trabajara en el campo.— Rió el pelirrojo, imitando la voz del tutor que tenía, siempre diciéndole las reglas y como debía de verse. Nathalie, la reina, simplemente se rió a carcajadas por aquello que dijo su hijo, ella también no le gustaba aquellas reglas pero debía seguirlas.

Varios minutos pasaron ¿Diez? ¿Veinte? La reina y su hijo al final tuvieron que esperar dentro de la carpa gracias al calor, normalmente se debía de esperar afuera.

—Hasta que al fin llega, Líder de Los Lagartos Poderosos.— Nathalie se puso de pie, acercándose al musculoso hombre a estrechar sus manos.

—Mi clan nunca es impuntual, solo tuvimos inconvenientes.— Aclaró el líder, no era fanático de disculparse.— ¿Quién es el niño?— Preguntó, señalando a Bill, este se sintió nervioso por lo grande e intimidante que se veía el mayor.

— Él es Bill, mi hijo y futuro heredero ¿No hay problema de que él esté aquí, no?— Preguntó lo último, esperando una respuesta.

— Para nada, yo traje a mi campeón a que aprenda sobre estas cosas–.

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