⇢𝚍𝚎𝚌𝚎𝚗𝚝

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Así siguieron hasta el amanecer, pasando de besos a caricias que sobrepasaban lo decente, en un lugar que era público, al menos en el día.

El príncipe se sentía en las nubes, disfrutando los besos y los toques que se sentían tan dulces por parte del bárbaro.

Pero dejaron aquello de lado cuando vieron asomarse los primeros rayos del pequeño sol craneano. Habiendo acatado la orden de las estrellas, aún sabiendo que lo que hicieron estaba mal.

— Ah... La fiesta ya debió de haber terminado.— Murmuró el príncipe, levantándose apoyado en sus manos sobre el guerrero.

Fangbone dejó que el contrario se reincorporara por completo, para él también levantarse y acomodar sus prendas de piel.

— ... ¿Por qué lo hizo?— Preguntó Bill, al tener los pies en la tierra otra vez.— Dijo que... Bueno, usted no quería nada conmigo, los bárbaros no se sienten interesados en el amor... Estoy confundido por sus acciones tan contradictorias.—

El bárbaro se quedó callado, conocía su propia respuesta, pero no debía decirlo o arruinaría el plan.

— Seguí el destino de las estrellas. Ellas son sabías.— Respondió, levantando sus hombros con desinterés.— OsoHacha estará preguntándose donde estoy. Debo irme.— Empezó a alejarse del príncipe, sin dar más rodeo al asunto de lo que ocurrió.

— Sí, mi madre también debe estar buscándome.— Recordó y lo acompañó, a una cierta distancia, hasta salir del jardín, donde ambos tomaron caminos separados.

El bárbaro se fue a las afueras del reino, directo a su clan, OsoHacha no lo hubiera esperado porque sabía que debía estar haciendo, e investigar el palacio requería su tiempo.

Bill por su parte regresó al interior del palacio, ya con sus prendas arregladas para no levantar sospechas, aunque no podía ocultar lo hinchados que estaban sus labios de tanto besar los del bárbaro. Sin duda había perdido la razón anoche, y ahora que lo recordaba llegaba a él una gran sensación de culpa, culpa por romper la promesa a la princesa Heather.
Tal vez no podría mirarla a los ojos, luego de lo que sucedió.

— Príncipe, que bueno que se encuentre bien.— El vestido que reconoció fácilmente se posó frente suyo, justo en quien pensaba y esperaba no encontrar en varias horas.

— Siento haber dejado la pista de baile.— Respondió, sin levantar la mirada del suelo, como si hubiera algo interesante por ver ahí.

— Está bien, pero avise donde estará. Su madre y yo estuvimos muy preocupadas.— Respondió ella, notando claramente la falta de contacto visual entre ambos.— Yo fui a buscarlo y-

Aquello puso en alerta al príncipe, sintiendo como su cuerpo se helaba, no tuvo tiempo de oír lo demás porque la madre de Heather apareció de manera repentina.

— Jovencito, requiero hablar con usted. En privado.— La mujer miró a su hija, con unos ojos severos que no necesitaba más y la menor se fue tan rápido como sus tacones se lo permitían.

— Majestad, yo-.—

— Calla.— Levantó su mano, con tanta firmeza que parecía estar a punto de darle una bofetada.— ¿Sabe usted que estas paredes escuchan todo, no?— Hizo una pausa.— He oído que usted tiene un gusto singular por.... Las cosas exóticas. Y no me sorprende por el trato de tu madre tan ignorante de la crianza de un digno heredero al trono.—

Levantó la mirada al oír esas últimas palabras, esa mujer estaba colmando su paciencia, estaba harto de que ella hablara así de su madre.

— Escúcheme, con todo respeto pero no le permito-.—

— ¡No interrumpas cuando tus mayores están hablando!— Exclamó, marcando su posición con autoridad al decir esas palabras.— Tú no tienes siquiera el derecho de responder luego se juntarte con... Ese asqueroso bárbaro que invitaste. Oh, William estaría muy decepcionado por la clase de hijo malagradecido que eres.— Negó con su cabeza, como si realmente su difunto primo fuera alguien importante para ella.— Mi hija será una ingenua, pero no puedes engañarme a mi. Si vuelves a traer a ese engendro, me aseguraré de que su clan desaparezca de la faz de Craneobania, y tú serás encerrado en la torre por orate.— Finalizó su amenaza, calmando su postura, ahora finge ser una mujer de su clase.— Ahora, vete a tu alcoba y haz lo que sea para deshacerte de esa hinchazón en tus labios, niño indecente.—

El príncipe se mantuvo en silencio, sólo se retiró sin decir más.

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A mis veintiunicos lectores, esta historia se cancela definitivamente uu

Pero espero les haya gustado en lo que duró <3
Nos vemos en otra historia ah

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