⇢𝚜𝚊𝚟𝚊𝚐𝚎

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— Pero madre, conocer como es ese clan podría darnos oportunidad de forjar lazos con los habitantes y la alianza permanente sería más que fácil. — Explicó el príncipe, siguiendo a la reina quien caminaba acompañada de un lacayo que dictaba la agenda del día.

Ella le dio una indicación al hombre para que los dejara un momento a solas y este se retiró.— ¿No será también por cierto bárbaro que viene todos los días? — Preguntó con obviedad, el menor se detuvo en seco y tragó seco mientras sonreía. — Billiam, en este momento hay que pensar en la gran gala luego de la sequía.— Aclaró, sonando lo más amable.

—Lo sé, pero también tengo curiosidad de conocer la vida de un guerrero como él.— Confesó.— Además... Podría invitarlo a la gala.— Pensó y aquello lo animó.

—Uh... Dudo que él quisiera venir a la gala.— Sonrió, sabiendo que por donde conoce, los bárbaros detestan lo elegante y delicado, evitándolo a toda costa.

—Valdría la pena intentarlo, invitaremos al líder de su clan, también. — Habló nuevamente el pelirrojo, empezando a caminar mientras lanzaba más ideas e imaginando cómo sería aquella reunión.

Ahora la reina era quien seguía a su hijo, intentando convencerlo de que aquello no era una buena idea, principalmente por lo que se conllevaría en la fiesta.

Pero aquellos intentos fueron en vano y cuando menos lo esperó ya estaban en el carruaje dirigiéndose al clan de los lagartos poderosos.

[...]

A medio día de distancia, los guerreros yacían en sus arduos entrenamientos diarios, algunos forjando, otros ayudando en cocinar el orco recién cazado y algunos haciendo cualquier otra cosa que conllevara no verse holgazaneando.

De un momento a otro aquellas labores se detuvieron apenas divisaron una carroza llevada por bestias lanudas similares a los caballo.

Unos miraron extrañados, viendo la joyería que llevaba sin conocer de donde provenía, otros ya habían acudido a OsoHacha, quien debía de decidir que hacer con aquel móvil y sus integrantes.

Él hablaba con su sucesor y, apenas escucharon las palabras de los guerreros, salieron al encuentro de los invasores de sus dominios.

¿Cómo no reconocer aquella carroza? OsoHacha suspiró con pesadez, sabiendo de quien se trataba.— Bajen las armas y manténganse alejados de nuestros... Invitados.— Bufó lo último, sabiendo que no había de otra si quería mantener la tregua por la sequía en paz, tenían guerras más importantes a las que participar y pelear contra el reino liderado por una mujer le parecía una pérdida de tiempo, al menos eso pensaba él.

—Mis disculpas por la inoportuna visita.—La reina asomó su rostro por la ventanita de la carroza, para luego abrir la puerta y bajar de esta con ayuda del conductor.— Mi hijo, el príncipe Billiam, deseaba invitaros a usted y vuestro sucesor, a una gala en honor a sus dieciséis inviernos.—Dijo, con un tono formal, firme y elegante, como debía actuar normalmente frente a otros altos cargos.
Los bárbaros apenas la vieron quedaron estupefactos, esos rumores eran verdad, esas mujeres nobles eran simplemente hermosas y en este momento tenían una prueba visual de ello.

—¿Una gala? Hah, ese tipo de cosas van con nosotros. — Aclaró OsoHacha, usando un tono sarcástico en mofa del comentario de la reina.

Bill bajó del carruaje segundos después de la respuesta del líder del clan, fijando primeramente su vista en Fangbone. Este último instintivamente lo miró e hizo un gesto que decía "Solo pierdes el tiempo".

—Es una muestra de confianza.—Dijo el pelirrojo, metiéndose en la conversación.— Para que confíen en nosotros por igual. Así ambos podríamos llegar a algún acuerdo y convivir en paz.— Sonrió, esperando eso convencerlo. Pero ver el gesto de OsoHacha parecía de no estar de acuerdo. — Uhh... Habrá un gran festín, con hidromiel  y jugo de dragón.— Recurrió a su última carta, sonriendo esperanzado.

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