⇢𝚑𝚎𝚊𝚝𝚑𝚎𝚛

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— No lo había visto desde hace tiempo... Es bueno que goce de buena salud.—

— ¿Nos hemos visto antes?—

— Sí, dudo que lo recuerde, si solo era un bebé.— Comentó la princesa, siguiendo ese paso lento hasta el jardín real.

— ¿...Cuantos inviernos posee?— Preguntó el pelinaranja, abriendo sus ojos con sorpresa.

— Eso no es de preguntar a una dama.— La princesa, fijó su vista en el contrario.

— Oh, eh... Mil disculpas.— Se avergonzó, incómodo.

— Pero, debemos conocernos mejor... Para llevar este matrimonio en armonía...— Sonrió con ternura de aquel actuar del príncipe.— Tengo veinte inviernos...— Respondió.

Bill no sabía que decir; ella no parecía mayor, se veía físicamente menor a él. Otra cosa que lo impactaba, iba a casarse con alguien mayor a él, por una regular diferencia de edad.

— Ejem... Wow... No lo parece...— Trató de sacar las palabras de su boca, queriendo evitar el silencio incómodo.

— A mis catorce inviernos, mi madre mandó a buscar una gema de juventud eterna. Ella desea que parecieramos de la misma edad para que no hayan "contratiempos".— Hizo comillas con sus dedos. Queriendo dar a entender indirectamente a que se refería.

A veces los futuros reyes suelen encapricharse y rechazar a sus pretendientes al no verse igual o más jóvenes a ellos, eso solía llevar a anular en muchos casos los acuerdos de matrimonio.

— Oh, parece que su madre está muy emocionada por la unión.— Murmuró, ya sin saber que más preguntar, no estaba en si, aún procesaba las palabras de esa monarca.

— Ah... Es una gran oportunidad para ampliar las estrategias comerciales, y para desterrar a los clanes bárbaros que viven en las cercanías.— Respondió.

— Los clanes bárbaros no nos hicieron nada como para despojarlos de sus tierras.— Comentó, pensando en qué sería de Fangbone si llegaba a pasar.

— Os reto a que trate de convencerla...— Jugó con el encaje de la manga de su vestido, hasta que entraron al jardín, acercándose a una pileta al estilo barroco, con tantos detalles que podrías quedarte viendo durante un día entero hasta descubrir el cien por ciento de la estructura.— Cielos, este lugar es hermoso...— Miró a su alrededor, lleno de hermosas plantas y flores, como estar dentro de un bosque pero bien cuidado.

— Mi madre ama la naturaleza, ella inculcó ese amor por las plantas... salvajes y silvestres, en mi. Lastima que por las normas no podamos tener ese tipo de plantas salvajes.— Recalcó el "salvajes" como un doble sentido, no solo hablaba de las plantas.

— Créame cuando le diga, que esto es mucho mejor que tener vegetación tan simétricas, tienes una bonita selección de plantas.— Ella se acercó a algunas que estaban cerca, admirandolas como obras de arte.

Se veía amable, al menos a simple vista.

[...]

— Al parecer los niños se comprenden.— La mujer, esposa del rey vecino, estaba viendo a Bill y Heather desde el balcón real del cual sería el futuro hogar de su hija.

— Mi hijo puede hacer amigos con mucha facilidad, y Heather tampoco es una mala chica.—

— Claro que no lo es. La criamos para que sea una jovencita de su clase y a la altura del reino, y a la altura de lo que debe ser una reina consorte.—

— ... Supongo... Mi esposo debió de saber que hacía lo mejor...— Nathalie suspiró, sus futura consuegra le parecía una mujer demasiado pesada. Ruda y de mal genio, parecía que ella era quien tomaba las decisiones en el reino vecino que su esposo, irónico que instruya a su hija a ser lo opuesto.

[...]

Los jóvenes nobles estaban relajándose, sentados en el muro de la fuente, disfrutando de la ligera brisa que proporcionaba las plantas del jardín. Una brisa algo calurosa, pero confortante al calor que emitían los tres soles craneanos.

— ¿Usted tiene algún pasatiempo?—

— Me gusta la astronomía.—

— Oh, ¿Ver su destino en las estrellas?—

— Oh, no, no. Eso es astrología.— Bill rio por la confusión de la princesa, claro, no de una forma ofensiva para ella.— Astronomía es diferente... Aunque si me interesa por igual la astrología. ¿Sabías que hay un mundo azul? Con plantas y mucha agua, hah... De seguro nunca pasaron por sequías.

— Eso suena interesante. ¿Será que algún día podrá enseñarme todos sus conocimientos de aquella disciplina?— Preguntó, deslizando con suavidad su cuerpo para apegarse al príncipe.

— ¡Me parece una gran idea! Podría ser hoy al anochecer.—

— Me temo que hoy no.— Ella interrumpió.— Mi madre organizó ensayos para la gala. Desea que el baile sea perfecto.—

— ...Sí...— La sonrisa de Bill se desvaneció.
Ya no quería oír nada de la gala, quería olvidar su compromiso. A la princesa a su lado la veía como una amiga, no se la imaginaba como su esposa, mucho menos como alguien con quien tendría una familia.

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Capítulo cortito, pido Perdón:")

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