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—¿Cómo fue tu examen, amor? —Taeyong le pregunta en voz baja a Ten, acariciando su cabello.

—Muy bien, estaba fácil. —Ten replica, respirando el olor del menor.

—¿Y cómo te sientes?

Ten abre la boca, y está a punto de decirle a Taeyong que está bien, pero este se aleja y lo mira a los ojos. Sólo se necesita una mirada y Ten recuerda directamente esa noche, hace dos semanas, cuando Taeyong había visto los auto-infligidos rasguños y moretones, estropeando su estómago y caderas. La memoria sigue siendo dolorosamente fresca en la mente de Ten, que todavía puede sentir el nudo en su pecho cuando el peliazul se había derrumbado frente a él.

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—Es sólo un mal hábito, Taeyong. —Ten había gemido.— Yo realmente estoy bien, es sólo un mal hábito.

Taeyong había sacudido la cabeza y retrocedido, cayendo sobre la tapa del inodoro como un saco de ladrillos.

—Soy un maldito idiota. —había dicho.— ¡Soy tan jodidamente estúpido!

—¡No lo eres, Taeyong! No digas eso. —Ten protestó.

—Me miro en tus ojos, y cada día te ves como si estuvieras ahogándote y no dejo de pensar en que te estoy metiendo en el bote salvavidas, no dejo de pensar que puedo traerte a la orilla; ¡Pero estás en el medio del maldito océano, y no puedo ni putamente acercarme a ti!

—Taeyong...

—¡No, Ten! ¡Deja de mentirme! Por favor, estoy literalmente rogándote. —el aliento de Ten se había enganchado en su garganta cuando Taeyong se había hundido al costado de la taza del baño, poniéndose de rodillas en frente de él.— ¡Por favor, dejar de mentirme! ¡No puedo jodidamente hacer esto si vas a actuar bien, cuando claramente no lo estás!

Ten se había obligado a no alejar las manos de Taeyong que sostenían sus caderas.

—¡Si yo te digo lo que estoy sintiendo realmente, tú vas a irte de cualquier manera!

Los ojos de Taeyong suplicaban cuando miraba a Ten.

—Te lo he dicho un millón de veces, ¡No voy a ninguna parte! ¡Pero no puedo seguir haciendo esto si vas a mentirme y ocultar las cosas de mí! Puedo manejarlo si te sientes como una mierda, puedo manejarlo si estás molesto. ¡No tienes que actuar bien para mí! ¡Pero no puedo manejar que me mientas! ¡Esto nunca va a funcionar si te mantienes alejado!

Los pelos de la parte posterior del cuello de Ten se habían erizado, y su reflejo de inmediato fue alejar las manos de Taeyong fuera de él. Para gritarle en la cara que sólo debería irse entonces, porque nunca fueron hechos para estar juntos de todos modos. Excepto que no lo hizo. No lo empujó y no levantó la voz. Taeyong lo había mirado, de rodillas en el suelo, sus ojos buscando su rostro.

—Está bien. —Ten suspiró.

Taeyong había gemido, bajo y gutural.

—¡Vez! ¡Ni siquiera te importa una mierda! ¡No te importa si te estoy diciendo que esto no va a funcionar si mientes, porque no te importa que funcione!

—No. —dijo Ten en voz baja.— Estoy diciendo "bien" a todas las cosas que dijiste antes.

La cara de Taeyong se había torcido por la confusión.

—¿Qué cosa?

—Estoy diciendo que voy a dejar de mentir, voy a dejar de esconderme. Te diré cuando me sienta como una mierda, y voy a decirte cuando me muero de ganas de romper la grasa de mis huesos. —Ten había murmurado, ignorando el estremecimiento de Taeyong ante la elección de sus palabras.— Está bien, voy a dejar de ser tan cerrado.

fading│𝘁𝗮𝗲𝘁𝗲𝗻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora