A la luz de nuestro reencuentro

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"Dime, Link, ¿no sientes tú también una extraña tristeza cuando cae el sol? Dicen que es la única hora en que nuestro mundo se entrelaza con el más allá... La única hora en la que uno puede sentir el lamento de aquellos que abandonaron nuestro mundo, pero aún siguen apegados a él... Por eso la hora del crepúsculo siempre trae consigo esta pena..."

Aún recuerdo el día en que me dijiste esas palabras, las que para ser sincero, no las comprendía de la manera en la que lo hago ahora, mucho más si me encuentro observando las peculiares tonalidades del ocaso, símbolo del recuerdo de mis más grandes vivencias, las que me marcaron para siempre.

Inicialmente decidido a rescatar a mis amigos, pero luego asumiendo por completo mi destino, vencí al peor enemigo que me ha perseguido por siglos, acechándome enfermo y desquiciado por sus deseos de poder, arrasando con todo lo que se encontrara a mi paso con tal de destruirme, de vencerme como siempre lo había deseado. Mas sus anhelos no pudieron cumplirse, sobre todo porque su deseado fragmento pasó a enlazarse con el que me caracterizaba, el que, por medio de la joven que luchó a mi lado, fue regresado al lugar al que pertenecía.

Cada golpe que le daba con la sagrada espada que tanto me dolió dejar, fueron enseñanzas del maestro que nunca olvidaré, el que solo aparecía en los entresijos de mi conciencia. Al haberme transmitido sus enseñanzas, fue la demostración que no fui el único que ganó la batalla, sino los dos, juntos como un mismo ser, una sola alma. Siempre sentía eso cuando nos encontrábamos, tan parecidos, aunque a diferencia mía escondía dentro de aquella fuerte y tétrica coraza un desgarrador dolor, devastador y silencioso, el que solo guardaba para sí mismo. Nunca me lo dijo, pero siempre lo intuí.

Varias semanas han pasado desde el fin de mi periplo. Aún tengo grabado el momento en el que Midna destruyó el único nexo que unía nuestros mundos, y con eso, la oportunidad de volver a ver a la amiga con la que había compartido tantas cosas, con la que había crecido. Sin embargo, la joven que se encontraba conmigo parecía más afectada, hasta el punto de derramar dolorosas lágrimas sin poder evitarlo, las que se secó rápidamente al ver que estaba ante mi presencia, cubriéndose con aquella máscara con la que la conocí... aunque eso no me impidió ver lo que se encontraba debajo de la misma. Aquello lo descubrí cuando estaba en mi cuadrúpeda forma y lo corroboré cuando nos volvimos a reencontrar hace poco.

Por varios segundos creí que estaba frente a un ser divino, tan desconocido que hasta me asustaba, mas no me transmitía deseos de huir. Qué contradicción. Su belleza tan magnífica, impalpable e indescriptible, como esas rosas nacientes en medio de la ventisca más brutal y despiadada, pero que se mantenían firmes ante la adversidad a pesar de no soportar ni sus propias espinas lastimarla. Aquel pelo similar al color del ocaso, provocando en mí deseos de dormir sobre él, como si se tratara del suave pasto de las llanuras. Sin embargo, lo que más me impactó fue lo que adornaba el hermoso manto de su cabeza, esas orejas de peculiar forma que solo en mis difuntos padres y en mí había visto. No puedo describir el alivio que sentí al ver a alguien semejante a mí en este mundo, fue como si me reencontrara con un ser que desde siempre me había pertenecido, como una hermana, amiga... o talvez algo más, algo que mis labios no podían mencionar. Incluso me pregunto cómo es posible que piense de esa manera de alguien que solo vi un par de veces, pero no puedo evitarlo, tengo la sensación que la conozco de antes, y con eso no me refiero al destino que nos ata.

A medida que el ocaso se esconde bajo las aguas de la fuente de Latoan, la pena y el vacío me siguen invadiendo. Definitivamente, ya no soy el mismo desde que dejé a la princesa en su palacio, desde que finalicé con esta travesía y regresé a esta vida tan monótona, la que si antes me agradaba, ahora no me llena. Es hueca y sin gracia, y no porque le haya perdido aprecio a mi gente, sino por un motivo que desconozco por completo. Me desespera.

Por siempre almas unidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora