Promesas

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Con la llegada del amanecer, las implacables y frías ventiscas se habían despejado del ambiente, regalando a los ojos de quien lo contemplara un hermoso paisaje montañoso, con frondosos árboles cubiertos de copos de nieve y el olor de los azafranes perfumando desde la distancia.

Con prisa y gracia, una figura cubierta por las sombras se trasladaba por aquellos terrenos. Se notaba ansiosa por llegar a un sitio en especial, a uno escondido en lo más profundo de sus recuerdos. Ya en su destino, el misterioso ser se detuvo, y con interés contempló lo que tanto había buscado.

En medio de la alfombra de nieve, se hallaba una humilde cabaña, en cuyo interior se encontraba uno que otro mueble viejo, pero que en su esencia guardaba invaluables memorias y promesas de un par de enamorados unidos por el destino, pero sobre todo un amor originado desde inicio de los tiempos.

Finalmente, la imagen del misterioso ser se había despejado, mostrando que se trataba de la dama elegida por las Diosas, quien se hallaba cubierta bajo su identidad de las sombras para no ser reconocida. Zelda observaba fascinada la cabaña donde había confirmado su amor con el hombre que amaba, y en donde su promesa de volver al lado del otro fue sellada con luz y fuerza.

- ¡No vas a perderme! No pienso morirme ni alejarme de ti por nada del mundo. Yo te juro, Zelda, por las Diosas, por mis padres... por el inmenso amor que siento por ti, que yo saldré triunfador de esta batalla.

- Link...

- Aún tenemos demasiadas cosas por las que vivir, cumplir sueños que solo podremos lograrlo estando juntos. No importa con cuántas heridas de gravedad termine, ni los fuertes golpes que reciba en mi batalla contra Ganondorf, yo te juro que estaremos juntos y vivos para seguir amándonos como antes... como siempre.

Su corazón se estremeció de alegría al recordar tan hermosas palabras, las únicas que fueron capaces de calmar las dolorosas llagas que atormentaban su corazón, y de las que ahora solo quedaba el amargo y efímero recuerdo.

La joven decidió seguir con su recorrido, moviéndose con agilidad por las llanuras y árboles para llegar a otro interesado sitio; aunque teniendo cuidado de no caerse para no arriesgar lo más valioso para ella.

- Talvez te parezca una cursilería que yo me encuentre arrodillado como si te estuviera pidiendo matrimonio, pero si hago esto, es porque me doblego completamente al inmenso amor que siento por ti. Desde hace tiempo había planeado darte un anillo, no porque sea un requisito prematrimonial o algo parecido, sino como símbolo del compromiso que yo he adquirido contigo, de amarte y respetarte con todas las fuerzas de mi alma. Cuando planeé dártelo, no pude hacerlo y me sentí muy mal por eso, pero ahora, agradezco a las Diosas que las cosas hayan ocurrido así, pues ahora me reencuentro contigo como un hombre más fuerte y digno de ti, capaz de cuidarte y protegerte con mi propia vida si es necesario.

Y con aquellos recuerdos renaciendo en su mente, llegó al manantial en donde sus votos de amor fueron renovados y sus corazones volvieron a enlazarse. Encantada con aquella imagen, la princesa observó el anillo que su esposo le había regalado ese día, el que, al ritmo de los latidos de su corazón, cambiaba de tono como los rayos del sol en el ocaso. La joven siguió contemplando su reliquia en completo silencio, hasta que un ligero sonido la sorprendió.

Con mirada dulce y cautivadora, Zelda observó como en el rebozo amarrado a su pecho despertaba su hijo, quien estaba próximo a cumplir tres meses en pocos días. El bebé se restregaba sus ojos mientras contemplaba a su madre, la que con una sonrisa le acariciaba su delicada cabeza.

- Buenos días, mi pequeño dormilón. Estás tan cubierto del frío que recién te das cuenta de que ya no estás en tu cunita.

Luego de sus palabras, la princesa se acercó a besar el rostro de su bebé, sin embargo, sus acciones se vieron detenidas al sentir cómo alguien por detrás la tomaba de la cintura, para luego voltearla y besarla con cariño.

- Link... ¿cómo llegaste aquí? – preguntó sorprendida.

- ¿Cómo llegué? Digamos que Impa me ayudó con un pequeño empujón para llegar hasta aquí. – dijo, sonriendo con picardía.

- Ya veo... – expresó avergonzada.

- Así que la guerrera de las sombras se ha venido de paseo sin mí. Y lo peor de todo, en complicidad con mi propio hijo. Me siento traicionado. – dijo el príncipe, fingiendo resentimiento.

- Oh, no digas eso, mi amor. Solo que dormías como piedra y no quise levantarte, así que tomé a nuestro pequeño y lo traje conmigo. El día de hoy me desperté con la mente embargada por los recuerdos, y es por eso que quise venir acá, el lugar en donde me juraste que volverías a mi lado y renovamos nuestros votos de amor. Contra viento y marea cumpliste con tu promesa. – dijo la joven, conmovida hasta el alma.

- Lo recuerdo perfectamente. Este sitio simboliza la promesa de nuestra victoria... de nuestro reencuentro. Aunque te olvidas de un pequeño detalle sobre este lugar.

- ¿Ah? ¿De cuál?

- Fue en este sitio donde concebimos a Aidán.

La joven se sonrojó ante las palabras de su amado, mientras que su bebé rio ligeramente ante la reacción de su madre, percibiendo la felicidad en la que se hallaba. Link lanzó una carcajada al verla en ese estado, para luego acercarse a ella y juntar su frente para mirarla deleitado a los ojos, sometido a su amor.

- Te amo. – dijo la joven, encantada.

- Y yo te amo más, y por siempre mantendremos la promesa que nos regalamos en aquella época de frío, y al mismo tiempo cálido invierno, la que se ha consumado en el fruto del amor que tenemos en los brazos.

Al terminar su intercambio de palabras, la pareja unió sus labios en un apasionado beso, mientras que su bebé los miraba con un gesto curioso y risueño, preguntándose qué tan agradable había en lo que sus padres compartían.

Y fue así que la frialdad del Pico Nevado, una vez más, se vio invadida por el inmenso y cálido amor de los elegidos por las Diosas, quienes reviviendo la fuerza de su promesa, demostraron que por siempre serían almas unidas.

Por siempre almas unidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora