❄️Capitulo 2❄️

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Era hace una vez

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Nora

— Aquí estaremos a salvó. — el lanzo un pedazo de madera hacia aquella chimenea de aspecto vetusto, la cual chisporroteo hasta encenderse. Envolvió una manta sobre mi cuerpo húmedo por la lluvia del exterior; a pesar de que el sabía perfectamente que el frío no me afectaba a diferencia de él. Porque no era humana. El lo hizo, me mantuvo caliente.

— ¿Y Mamá?. — pregunte preocupada por ella. Porque cuando se enterara de que nos habíamos ido de la mansión de Luna Azul, se afligiría mucho. Al mirarlo, pude ver el momento exacto en el que su mirada se torno tensa al igual que sus ojos por un segundo se volvieron oscuros al preguntar sobre ella. Pero cuando el alejo sus ojos fijos de las llamas flameantes, y me miro, su expresión era completamente suave y dulce.

El hizo aún lado un mechón de pelo de mi cerquillo ya largo, y antes de que pudiera retirar su mano apoye mi mejilla en ella. El me miro enternecido por eso.


— Ella estará bien. Seguramente cuando la lluvia cesé nos encontrará. — a pesar de que sus palabras se oían sinceras, había algo en su expresión desde que habíamos escapado de la mansión en llamas. Había algo en el que hacía removerme con recelo. Porque Vanitas tenía una mirada incolora, sin brillo. Aunque solo por esa noche quise hacer a un lado esa incertidumbre en mi.

De repente el se acercó a mi, y alcé mi brazo haciendo que se metiera debajo de la manta junto a mi. El se acurrucó a mi lado, frente aquella chimenea, donde el único cuerpo que podía ser capaz de recibir su calor era el de Vanitas. Estaba tan centrada en tomar sus manos y frotarlas para que entrara en calor que sus siguientes palabras me tomaron de imprevisto. — Feliz Cumpleaños número 16, Nora. — que deje de frotar sus manos, para mirarlo con amor al procesar lo que había dicho, porque esas simples palabras hicieron que mi corazón se llenará de calidez. Apoyé mi cabeza en su hombro. Y luego de casi diez años conviviendo juntos desde que nos conocimos en aquellas ruinas, pasar por aquel Laboratorio de sufrimiento, y que la Luna Azul nos diera un hogar, pasando por momentos malos como buenos, se lo dije.

— Te amo. — el no dijo nada, pero el corto suspiro que salió de sus labios y la leve sonrisa en ellos, fue suficiente para mí. Sonreí tímida.

Esa noche fue el día en el que por primera vez en décadas un Vampiro de sangre pura y un simple humano se unieron en uno solo, por el vínculo tan grande que había entre ellos, que sobrepasaba todo tipo de raza, o poder.

Su amor.

Bajo la Luna roja, por primera vez fui de aquel amor por una noche, que años más tarde solo iba a desgarrarme más de lo que imagine.

La Nieve Roja ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora