🔍Capitulo 6🔎

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Separarse.
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Nora

En cuanto vi su figura pasar por delante del callejón, una sensación de irá indescriptible se apoderó de mi ser, y mis colmillos se deslizaron por mis labios, mis garras salieron a la luz, y sentí mi rostro quemarse por las marcas que se estaban formando en él.

Quería matarlo, tan malditamente mal.
Que no me di cuenta de la situación en la que me encontraba, sino fuera por la voz de Vanitas.

- Está bien, Nora. Está bien, estoy aquí. - susurró dulcemente en mi oído. Al mirarlo caí en la cuenta de lo que hacía. Mis garras habían roto su camisa, y no solo eso sino que también lo había hecho daño. Lo sabía porque podía oler su sangre brotar de su pecho. Me aleje de él temblorosa. Mire a Vanitas arrepentida por eso.

- Yo...no. No quise. - dije en un hilo de voz. El me sonrió con calidez.

- Estoy bien. No tienes que preocuparte por mi, cariño. - y solo bastó oír ese apelativo, para que volviera en si, y olvidara la sensación de querer asesinar aquella persona, para volver a estar molesta con el. Y también percatarme de que Ronald se había dormido con su cabeza sobre mi hombro. Me aleje de Vanitas y entrecerré mis ojos hacia el con indiferencia.

- Deja de meterte en mi camino. - le gruñí, y sin dejarle hablar solo me tomo un salto para aterrizar en el tejado de uno de los grandes edificios, y cubrirme con la capucha nuevamente. Hice tronar mi cuello, mientras veía hacia el callejón con indiferencia, el cual desde esta altura no podía ver mucho entre la oscuridad que lo rodeaba. Me aleje, con mis pensamientos en las acciones que había hecho. Olvidándome por completo de la presencia tan imprevista de esa persona.

En como mi cuerpo tembloroso del miedo o la rabia, se había apoyado en él, como cuando era un niña, buscando...¿Refugio? ¿Protección? Y tan deliberadamente. Me frustraba no ser capaz de controla las acciones de mi cuerpo cuando se trataba de él, era como si aquella parte de mi que aún lo amaba tomara el control de mi mente y solo tomara el mando sobre mi, sin tomar en cuenta lo que yo realmente quería. Y era, no mantenerme a su lado, no tocarlo, no desearlo como lo hacía. Mire hacia el ocaso al final del cielo, desde el tejado de una de las casas donde había llegado al caminar sin rumbo sobre los techos rojos, y sumida en mis pensamientos.

Sentí como mis colmillos se contraían de a poco porque la principal causa por la que me había alejado de él, no era solo porque no quería estar cerca, sino porque a pesar del miedo, y la rabia por sentir una vez más la presencia de esa persona, había sido muy consiente de la cercanía de mi nariz contra su cuello, y mis colmillos no dudaron en salir, porque....Deseaba poseer la sangre de Vanitas con urgencia. La necesitaba. Gruñí.

Mierda. Estaba acabada.

Pero tenía solo una alternativa para no caer ante él y ceder ante el deseo de tenerlo de nuevo.

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