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Mi Madre.
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Nora

— No es verdad.—  mi voz salio sin aliento y trémula, por la escena irreal delante de mis ojos. Ella soltó al cadáver que tenia por el cuello y este cayo al suelo en un ruido seco. Sus ojos como el ocaso me observaron de soslayo con la mirada mas gélida que haya visto en ella. Era como sin ningún sentimiento de bondad o compasión se pintara en ella. No había nada.

Lo que nunca creí ver dibujado dibuja en el rostro dulce Madre. 

Mi madre.

Estaba petrificada mirándola sin entender...

¿Qué fue lo que...paso.?

Mi corazón latió frenético en mi pecho sin poder dejar de verla con los ojos grandes llenos de terror, de impacto, al verla, al ver a mi Madre en ese estado. Con los ojos en matices naranjos y sin vida llenos de maldad, con los colmillos largos y gotean-tes de la sangre de los muertos a su alrededor. Con esa mirada tan ajena a lo que le rodeaba, sin sentimiento. Negué sin poder creer que esto estuviera pasando.

Porque definitivamente mi Madre no era una asesina, y menos un.

Vampiro.

Sentía que perdía el aliento un poco más con esa palabra flotando en mi mente. Cuando mi cuerpo comenzó a temblar del estado de shock en el que estaba, su boca decidió abrirse luego de limpiarse los labios manchados de sangre con un pañuelo de manera sofisticada como si ella no acabará de matar a las personas esparcidas a sus pies.

— Nora, pensé que habías muerto junto a tu padre.— ella soltó insensible, sin un ápice de conmoción por ese día o por mi, en su lugar en sus ojos se reflejaba la decepción. Trague saliva de nuevo y sacudí mi cabeza. Solté aire lentamente de mis labios y parpadee al darme cuenta que no lo había hecho desde que ingrese al bar. No podía ser real, ella no dijo esas palabras. Mi madre no acabada de sonar tan fría. Como si no fuera ella misma.

Con eso en mente lo recordé y me sitúe rápidamente es delante de ella.

Seguro estaba maldecida, tenia que llevarla con Vanitas el sabría que hacer.

La mire nerviosa y vacilante. Porque aún tenía el miedo a que mis conclusiones no fueran como creía. — Mamá, esta bien, se por lo que estas pasando. Seguro alguien te transformó en Vampiro y te maldijo. Así que ven conmigo. — levante el brazo en su dirección, y abrí mi palma hacia arriba, asentí con calma. Ella sonrió cínica y negó lentamente. Ella me miró por debajo de sus pestañas como si lo que yo había dicho sonará absurdo.

— ¿Maldita? — me miró incrédula y sonrió. Una sonrisa llena de malicia que me hizo tragar saliva de lo intimida-dante y seria que se veía.  —La persona maldita aquí eres tu Nora. Vincularte con un Humano, teniendo en cuenta la Bendición de Luna Roja que corre por tus venas. — negó con absoluta desaprobación. — Tu eres la maldita. — me aleje un paso de ella y baje mi brazo, le fruncí el ceño dolida.

La Nieve Roja ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora