¿Qué haces cuando aquel amor que té terminó por destruir por completo en tu pasado, ingresa de nuevo a tu vida como si los años no hubieran pasado?
a) Lo recibes con los brazos abiertos.
b) Lo matas.
c) Simplemente lo ignoras, porque para ti está mu...
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Nora
No lo pensé mucho para saltar por ese puente y huir de allí, hasta colocarme encima del tejado del edificio en el que nos hospedábamos, lejos de la habitación de Vanitas. Me senté en el tejado, mirando hacia la oscuridad de la noche con miles de estrellas en el cielo, me concentre en ellas y no en la mirada de Vanitas llena de dolor. Me concentre en ellas y no en Jeanne. Me concentre en ellas, y no en las emociones que estaban haciendo un desastre dentro de mi y solo por una persona.
El tenía que parar, tenía que parar y dejarme por una vez en paz. Porque no podía seguirle el ritmo, no podía hacerlo cuando el rompió su promesa, para volver tiempo más tarde con alguien más, haciéndome daño, y ahora con cada acción que hace hacia mi, con esa mirada de; Te quiero de nuevo, pero entonces si el lo quiere así porque sigue destruyéndome. ¿Por qué sigue con ella? ¿Por que tiene esa marca sobre su cuello? Se suponía que íbamos a ser nosotros dos para siempre.
Así que lo único que puedo dar por hecho es que soy parte de un juego perverso para él.
Solté un gran suspiro. Porque el solo me engañaba y estaba tan cansada de él y sus engaños. Solo quería terminar con esto y que me dejara en paz. Me tire hacia atrás y me recosté en el tejado. Solo un minuto de paz, aunque ni siquiera obtuve eso, ya que las pisadas de alguien acercándose resonaron en mis oídos, y ni siquiera hizo falta que abriera mis ojos porque ya sabía de quién se trataba.
— Así que aún sigues teniendo la costumbre de rondar en el frío, aún sabiendo que puedes resfriarte. — abrí uno de mis ojos y mire a Eulices sin humor. El me sonrió, y por la leve luz de la luna, siempre tendría el pensamiento de que el tenía una sonrisa muy atractiva, pero no era mi tipo. El mío, era una sonrisa bonita y seductora, con un par de ojos azul.... Sacudí mi cabeza y me senté. Eulices se sentó a mi lado, y coloco su chaqueta sobre mis hombros.
— ¿Sabes que no podemos enfermarnos o sentir frío no? — le pregunte con obviedad, el asintió.
— Lo se, pero si puedes sentirlo y hacerlo cuando estás débil. — bufe. No estaba débil. — Además si Jovani, supiera que no cubrí a una dama del frío, seguramente se molestaría por mi falta de modales. — el río y sus ojos resplandecieron de amor. Mire al cielo estrellado. — Aún no creo que el fuera el niño que rescate hace quince años. — exclamó con nostalgia y lo mire con familiaridad. Porque sentía que había escuchado eso en algún lado, entonces recordé.
— Dime que no es el niño que rescataste de esa aldea en las ruinas. — el asintió. Lo mire horrorizada y el solo se rio, para acariciar mi cabello.