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La Nieve Roja.

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Nora.

A medida que Nora volvía una vez más hacia donde alguna vez fue su hogar, su aire, su ambiente, su mente se impregnada de maravillosos recuerdos que había tenido aquí con Vanitas, con su Madre, con Erin, incluso Noe, con Eulices, con Nerida y con aquellas personas que pensó que había olvidado y habían sido sus amigos. Todos esos momentos brillaban como el sol que le daba en el rostro y no quemaba su piel. Ella sonrió por eso de lado, y finalmente cuando paso por aquellos pinos fue cuando Nora pudo verlo desde los lejos, mientras la brisa cruzaba entre ellos. Nora lo vio y sonrió aún más al ver aquel farol sobre una de las ventanas de la cabaña y luego al verlos a todos reunidos en aquel patio donde una vez ella vivió con Vanitas en aquella cabaña que ahora se encontraba más vivida que nunca, ella vio el rostro de cada uno de sus familias los cuales se centraban en hacer un picnic entre ellos, entre las flores y la brisa calida de la primavera, pero después de pasar su mirada por cada una de esas personas que la acompaño durante su viaje, ella se quedó con la mirada fija en tan solo una persona, y soltó un leve suspiro, sintiéndose en paz, aliviada de verlo.

De estar en casa.

Finalmente Nora estaba en casa.

Ella sonrió, sus ojos se cristalizaron y una lágrima derramó por ellos, haciendo así que al tomar aliento de nuevo, la brisa fluyera fuerte entre el bosque moviendo ramas, hojas, flores, he incluso corazon es, que fue en automático cuando está se detuvo y Nora sintió su cuerpo estremecerse como el día que sintió por primera vez aquella mirada de ojos azules sobre ella, y lo vio a lo lejos cuando era tan sola una niña, era la misma escena la diferencia que ahora ambos llevaban consigo miles de recuerdos y un amor eterno. Nora corrió el cabello que cubría su vista y miro al frente, dónde ambos ojos se cruzaron. Azul y Avellanas, tan fijamente, tan unido, lleno de amor.

Era alegría y paz.

Y Amor y desconcierto.

Porque Vanitas se sentía así, al ver a Nora parada a metros de el, el la veía como un espejismo como un fantasma, como algo irreal. Así se veía ella para el, haciendo que se quedará helado, inmóvil en su lugar sin dejar de verla, hasta que la vio sonreír junto a la brisa al mover su cabello y sintió como su corazón se estremecía y todo se volvió silencioso entre ella y el, todo se detuvo porque el lo supo entonces que ella estaba frente a él, Nora realmente estaba allí con vida.
Nora había vuelto a casa. Sus pies se movieron por inercia en cuanto el mundo seguía detenido a su alrededor, su corazón lato fuertemente en su pecho y todo su cuerpo tembló, porque a medida que se acercaba a ella todo se volvía más y más real. Hasta que finalmente la alcanzo y estuvo delante de Nora. No pudo evitar que una lágrima se cayera también por su ojo, la cual Nora limpió y acaricio su mejilla, era ella.

La Nieve Roja ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora