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Te odio. De verdad Te odio, como no tienes idea.
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Nora

30 Días antes de la Nieve Roja.


Me desperté por el constante y molesto tintinear de un sonido contra otro. Abrí un ojo y luego el otro con esfuerzo y lleve a mi mano a mi nuca en donde había sentido el golpe la última vez que estaba despierta. Al parecer luego de mi cometido alguien me había golpeado desde atrás, y me había desmayado. Cuando la imagen delante de mi se hizo clara, pude ver a Mika y Eulices parados a metros de mi tras unos largos barrotes de metal, donde Eulices dio un paso atrás ocultando una llave en su espalda.

Lo deduje al instante y los mire irritada.

- ¿Cuando será el día que dejen de interponerse en mis asuntos? - hable sin ánimo por sus acciones. Pero me quedé en silencio al notar la seriedad en la mirada de Mika al verme; parecia que en cualquier momento me golpearia. Estaba muy molesto, sonreí sin razón burlona por eso. Eulices se acercó y se agachó tras los barrotes de lo que era una celda o más bien el calabozo que conocía muy bien de la Mansion de sus padres donde solían encarcelar a los que se lo merecían. ¿Cómo yo? Lo mire sin empatia.

Porque de cierta manera no me sentía tan amena como antes con ellos dos. Incluso podría ser que no me sentía tan a gusto con nadie de la Mansion.

- Escucha Nora, no queremos pelear contigo y mucho menos hacerte algún daño. Solo quiero que me digas exactamente. ¿Donde has estado estos tres días y porque apuñalaste a tu vinculado sin razón aparente? - lade mi cabeza y lo mire con incredulidad.

- ¿Y por qué crees que te diría algo al respecto? Además... - mis palabras se acortaron cuando escuché el leve latido de su corazón retumbar en mi canal auditivo desde alguna habitación de la Mansion. Baje mi mirada, entre mis piernas desde donde estaba sentada en el suelo con decepción.

- ¿El aún vive? - pregunté con pena mirándolos, y el rostro de Mika se iluminó con alivio y se acercó a la celda.

- Sabía que tu no serias capaz de matarlo. Nora, por qué tu.. - mí expresión llena de pena se desvaneció y por una más gélida he indiferente.

- Es una total decepción que desde aquí pueda oír aún el latido de su corazón. - hice una mueca de desagrado y apoye mis palmas en el suelo de piedra con dificultad, debido a que ambas muñecas estaban atadas juntas con unas cuerdas, embadurnadas con un extraño líquido que me quemaban la piel, y me incapacitaba moverlas. - Me hubiera gustado despertar y que el ya no estuviera aquí. - el me miró perplejo. Mis ojos sin expresar ni un poco de remordimiento a mis sinceras y frívolas palabras.

Lo que hizo que la expresión de Mika se desvaneciera y volviera a mirarme con molestia.

- ¿De verdad fuiste capaz de dañar a tu vinculado?- lo mire como si no fuera obvio el bufo con cólera. - ¿Qué pasa contigo, Nora? Es tu vinculado por el amor a todo. - gruñó con total incredulidad y molestia. Lo mire imperturbable.

La Nieve Roja ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora