Capítulo II - La temporada

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Había corrido a mi habitación en cuanto había pisado el suelo de la casa. Tenía que empezar a trabajar en la temporada social, pero no podía hacerlo vestida como una amazona, por lo que me apresuré en darme una ducha y en reemplazar mi atuendo por un vestido ajustado a la cintura con un volante.

Para mi gran suerte, la sombra que mi padre me había asignado se había quedado atrás, aunque dos tipos de negro se habían apresurado a custodiar mi puerta. Realmente no entendía qué pasaba por sus mentes. Badminton House era el lugar perfecto para permanecer segura, pues en varios kilómetros a la redonda todo le pertenecía a los Somerset, mi familia. Para entrar ahí tenías que tener el permiso pertinente.

—Mel —me llamó mi hermana pequeña—, tenemos una cita que atender con una organizadora de eventos.

—Lo sé, Sophia... ¡También tengo agenda!

—Y Zachary ha dicho que esta noche se pasará a verte y mamá lo ha invitado a cenar —añadió, entrando en mi vestidor y sentándose en un sillón que decoraba una zona de espejos—. ¿Sabes que cuando no estás en casa habla de que esta temporada sería la ideal para que os comprometierais? Y, además, te advierto que no deja de lanzarle indirectas a Zachary.

—¿Zach ha estado aquí en mi ausencia? —pregunté, extrañada por esas noticias.

—Papá está haciendo negocio con él y los caballos —explicó—. Yo misma he redactado los contratos, aunque creo que a papá le gustaría hablarte de ello en algún momento.

—De momento, no me ha dicho nada —susurré.

Cepillé mi pelo rojo, heredado de la pequeña porción escocesa que teníamos en la familia, y me retoqué el maquillaje.

—Dame esos zapatos de McQueen —le ordené a mi hermana, señalando una estantería llena de zapatos de esa marca de lujo—. Los que tienen cristales, por favor.

Sophia me hizo caso, y me acercó unos zapatos tipo stiletto, negros y con la tira trasera decorada con cristales brillantes. Ese tipo de calzado iba a la perfección con el sobrio vestido que había elegido. Desde que había sido nombrada marquesa, mi forma de vestir se había sofisticado bastante. Antes prefería ir con vaqueros o simples trajes chaqueta, pero esa ropa me hacía parecer más formal y recta, tal y como una noble debía ser. O eso decía mi madre.

—Acabemos con esto —le dije al reflejo del espejo.

—Sí, por favor —corroboró mi hermana, colocándose junto a mí—. Estoy deseando que pase la temporada.

—Ya somos dos.

Entrelazadas por el brazo, abandonamos mis aposentos sin prestar atención a mis escoltas. La conversación con Sophia me había dejado un poco fría, pues no esperaba que Zach estuviese metiendo la nariz tan rápido en mi familia. Parecía que tuviese prisa por entrar a formar parte del reducido círculo de los Somerset, a pesar de que llevábamos varios años de relación.

Cuando llegamos al despacho que se me había asignado como marquesa, sin importar que contase con un precioso palacio en el propio Worcester, West ya estaba esperándonos en la puerta.

—Tienes todos los documentos en la mesa —comentó mi hermana, entrando conmigo en la estancia y sentándose en una chaise longue de estilo charme cercana a una estantería—. El baile de debutantes, este año, va a ser interesante.

—¿También te han asignado a una debutante?

—¡No! Pero a ti sí, y a Kristen también —se carcajeó—. Ventajas de no tener título.

—Por ser condesa, ¿no? —supuse, tomando asiento en mi escritorio—. Lo lamento por ella.

—Me voy a reír mucho, lo reconozco.

La sombra de la marquesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora