Capítulo 1: Un secretario

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El ambiente colmado de ajetreos llegaban directo a sus oídos, el olor a tinta y sus pasos que hacían eco en los pasillos, su perfecto traje de Channel color negro y su corbata gris, le daban la apariencia de lo que era, un alto ejecutivo, su cabello largo atado a una coleta y su mirada penetrante, le daban un aspecto frío y meramente laboral. El sonido de la fotocopiadora era perfectamente audible y los pasos del personal, mujeres y hombres, rebotaban en los pisos resaltados con azulejos color marfil, el contante tecleo en los computadores también le invadía.

Subió al elevador y todo cayó en un silencio tranquilizante que era invadido por una leve tonada de piano que acompañaba al ascensor.

  Las puertas se abrieron y de nuevo el sonido de las agitaciones llegó a sus oídos, sin embargo unos pasos de refinados calzados de punta de aguja sobresalieron enseguida; su secretaria se posó a su lado a medida que él caminaba mientras iba leyéndole su agenda del día.

-Y a las tres en punto tiene una reunión con los señores Hyuga para discutir los términos del contrato. – terminó de hablar la mujer.

-Gracias – dijo simplemente tomando asiento, en frente a su escritorio – dile a Kakuzu que me traiga el informe de finanzas.

-Entendido señor – respondió ella dejándole su café caliente justo en el escritorio y saliendo del lugar.

Hora: ocho de la mañana.
Café: negro.

Tomó su agenda y le hecho un ojo rápido, la dejo a un lado y observó su oficina y suspiró.

De un color blanco nieve, con varios cuadros que lo decoraban; en su mayoría sobre paisajes hermosos, tales como bosques y puestas de sol que le otorgaban calma. Un hermoso sofá color negro con varios almohadones de diferentes decorados, su escritorio color caoba el cual contenía una foto de su madre y su hermano menor, y una perfecta carpeta de color marrón que contenía las recomendaciones que daba el personal, debido a que la comodidad de sus trabajadores también era muy importante para él.

Un suspiro volvió a salir y se acomodó en su asiento, luego de escuchar la voz de su secretaria por el intercomunicador.

-El señor Kakuzu ya llegó.

-Dile que pase – permitió mientras soltaba el botón del pequeño aparato.

Allí empezaba su rutina.

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-¡Basta! No exageres mujer – le regañó el moreno.

-¿Yo? No exagero – le reclamó la mujer – eres tú el que no se da cuenta que esa mujer quiere terminar entre tus sabanas.

-Aunque fuera así, ¿te he dado razones para ser tan desconfiada? – preguntó Itachi hastiado de la discusión.

-No, cariño – dijo ella recorriendo su espalda con sus blancas manos – pero algunas mujeres pueden llegar a ser muy manipuladoras.

-Hm, no tienes idea – musitó mirando al piso.

-¿Dijiste algo? – pregunto ella algo confundida.

-No, nada – dijo con seriedad.

-Bueno, no importa – expresó Izumi – pero te lo pido, debes quitarla del puesto, esa mujer quiere acabar con nosotros, o crees que no he notado como deja los primeros botones de su blusa sin abotonar, para que su escote se note o lo apretada que usa la falda para resaltar su…

-¡Ya! No estoy de humor, Izumi – le aclaró el mayor levantándose de la cama.

Otro día, otra discusión, ya estaba harto de la situación, sabía perfectamente que muchos matrimonios se fueron al caño por problemas con las secretarias, pero detestaba que Izumi dudara tanto de él.

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