24. Recuperación

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A pesar de mi condición, todos los días salía a visitar a Kyojuro. Mi madre tuvo que regresar a trabajar, así que Tomioka, después de salir de clases, se ofrecía a acompañarme.

Debido a que estuvieron en el hospital varios días, todos tuvieron que ponerse al corriente de la escuela, así que algunos días Tomioka me acompañaba, otros días lo hacía Tanjiro y en otro Inosuke insistió en ver a Rengoku; parecía que ya le había agarrado cariño, aunque le seguía diciendo «cara de búho».

Yo no podía ir a la escuela hasta que pasara una semana como mínimo, ya que las costillas tardan alrededor de seis semanas en recuperarse, pero si me mantenía quieta y cuidaba mi postura, podía ir haciendo mis actividades normales.

Aun así, esto no evitó que visitara a mi Kyojuro todos los días, sin falta, en el hospital.

Su recuperación fue estupendamente bien, podría salir a descansar en casa los próximos días, aunque no asistiera a la escuela aún.

Algo que me alegró mucho fue ver a los Pilares, un día de esos, visitando a Kyojuro en el hospital. Algunos le llevaron flores, otros chocolates y peluches, esperando que se recuperara pronto, para regresar con ellos y seguir disfrutando de su compañía.

Obviamente me tocó toparme con su padre muchas veces. No me dirigía la palabra, pero eso, supuse, era lo normal, por lo que sabía de él. Hasta que Kyojuro, en un momento que tuvimos a solas, me contó que, al darse cuenta de que casi perdía a su hijo, mostró preocupación por primera vez, en mucho tiempo.

Me dijo que lo había abrazado fuertemente, diciendo un solo y bajo «perdóname, hijo». De ahí en fuera, seguía igual de frío, pero estaba en el hospital día y noche. Solo salía para llevar a Senjuro a descansar a su hogar.

Eso me llenó de gozo, ya que hacía feliz a Rengoku, se notaba a leguas.

Días después, Rengoku también recibió muchas visitas de sus pupilos y otros alumnos que lo admiraban, incluidas chicas enamoradas de él (así que no les agradaba ni tantito el verme ahí).

Su habitación era una especie de bodega de dulces y flores, con un aroma bastante agradable por esta situación.

—Kyojuro, eres demasiado popular —mencioné, impresionada por la cantidad de regalos.

—¿Yo? La verdad no lo creo —me respondió con una sonrisa, mientras abría una caja de chocolates.

—¿En serio? —pregunté con sarcasmo, señalando la cantidad de regalos que había en la habitación.

—¡Sabroso! —dijo al comer un chocolate—. ¿Quieres uno, Dai? Estos tienen caramelo adentro.

Yo respiré, pero le robé alguno, mientras jugueteábamos con los dulces, disfrutando de nuestra compañía.

Esa tarde, Tomioka me acompañó al hospital, así que regresamos juntos a casa, después de despedirnos de Kyojuro. En el camino, tuvimos una plática sobre Akaza.

—Tomioka, Kyojuro mencionó que ya estaría a salvo, pero... eso significa que él...con Akaza... —pregunté con lentitud, sin encontrar las palabras adecuadas. Él negó con la cabeza.

—No. No te preocupes, Kyojuro mantuvo en alto sus ideales y honor, así que ese tipo, Akaza, ya está en prisión. Alguien los denunció, al verlos pelear así, pero Kyojuro pudo esconderse a tiempo, Akaza no tuvo tanta suerte porque estaba huyendo del combate.

—¿En serio?

—Sí, así que no te preocupes por eso. Kyojuro se iba a asegurar, de una u otra forma, de mantenerte a salvo. Por cierto, ¿ya regresarás a la escuela?

Encontrándome entre las llamasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora