Ya no tenía caso ocultárselo a mi madre, así que ya le había contado todo sobre mi nueva relación con Rengoku.
Curiosamente eso la alegró bastante; no paraba de decirme que era un chico alto y guapo, algo excéntrico, pero le encantaba esa actitud caballerosa que había demostrado el día que lo conoció.
Muy temprano el sábado, se ofreció a ayudarme con mi peinado, para que me viera más hermosa de lo normal, según ella, viéndome con sus ojos de madre amorosa.
Yo acepté; la realidad era que me gustaba pasar tiempo con mi mamá, ya que, desde que mi padre había muerto, ambas nos unimos mucho, entendiéndonos más que antes.
—¿Qué ropa usarás? ¿Ya lo pensaste? —me preguntó, mientras abría mi armario.
—Quisiera usar un vestido, hace mucho que no agarro alguno. ¿Crees que sea demasiado? —pregunté, algo tímida.
—Te ves hermosa con ellos, y a ese chico le encantará —dijo, sacando uno color negro con rosa que llegaba hasta los muslos—. ¿Qué tal este? Era tu favorito.
—¡Oh! No lo recordaba. Me agrada, quizá lleve ese.
Seguimos un buen rato inmersas en mi arreglo personal, hasta que yo quedara satisfecha. Mi madre me halagaba y mostraba su apoyo y alegría de verme así, por fin, saliendo con un chico. Era la primera vez que me veía inmiscuida en alguna cuestión amorosa.
Faltaban diez minutos para las cuatro.
—Estoy muy nerviosa —decía, mientras veía el reloj en mi habitación.
—Tranquila, todo estará bien. Sé tú misma y simplemente diviértanse juntos, ¿de acuerdo? —me dijo, abrazándome con fuerza—. Eso sí, pórtense bien, no quiero ninguna tontería.
—Mamá, es hora de parar esta charla, ya hablamos de esto y fue muy incómodo.
—Es mi deber como madre el incomodarte —me dijo entre risitas, hasta que, a las cuatro en punto, sonó el timbre de la casa. Yo di un brinquito nervioso—. ¡Vaya! Es muy puntual ese muchacho. Iré a abrir, tú respira.
Mi madre bajó a paso veloz para abrir la puerta (a veces pienso que se emociona más que yo).
—¡Rengoku! Bienvenido, muchacho.
—¡Señora! ¡Buenas tardes! ¡Un honor verla de nuevo! —oí que gritó Rengoku. Ya me lo imaginaba haciendo una reverencia, gracias a las risitas de mi madre.
—¿Quieres pasar? Mi pequeña no tarda en bajar.
—¡Gracias!
Oí pasos en el recibidor, así que tomé aire, agarré mi bolso y salí de mi cuarto, dispuesta a bajar. Apenas escuché que mi madre seguía hablando con Rengoku:
—¡Oh! Ese cine está cerca. Espero se diviertan mucho.
—¡Créame, me aseguraré de que su hija tenga un día espléndido! —dijo con ánimo Rengoku, provocando que mi madre soltara una risita.
—Estoy segura de eso. Por favor, te la encargo.
—¡Claro! ¡La cuidaré con mi vida!
—¡Pero qué tierno! Me agradas, Rengoku.
Yo bajé las escaleras, observando la escena y, en parte, sintiéndome aliviada de que mi madre aceptaba a mi Rengoku. Luego me fijé en la ropa que llevaba este último: había optado por una camisa, dejando ver el inicio de su pecho, y un pantalón formal.
Él me observó y no pudo evitar un ligero sonrojo que cruzó su rostro. Luego, para aparentar, carraspeó, antes de decir:
—Dai, ¡buenas tardes! ¡Te ves hermosa!
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Encontrándome entre las llamas
Fanfic¿Cómo sería el mundo de Demon Slayer en otros tiempos? ¿Qué pasaría si...? Quizá exista otro lugar, otro tiempo distinto, donde las cosas se desarrollen diferente. ¿Quién sabe? Podemos imaginar esa posibilidad, donde la muerte no sea constante y la...