La oscuridad del dragón

3.5- El miedo de él

Capítulo 3: Un reencuentro predestinado.

Parte 5: El miedo de él.

El sonido de la campana me devolvió a la realidad.

Me había quedado en automático durante la última clase, si soy sincero, no preste atención a lo que la profesora decía, simplemente no dejaba de pensar en la derrota que tuve. Estuve tan cerca de la victoria, casi podía saborearla, no puedo creer que haya perdido de esa manera, no después de que Laura me haya apoyado desde las gradas.

A todo esto, he sido incapaz de verla, de ver aquel rostro que tantas sonrisas me provocó, si pudiera volver al pasado y evitar alejarla de mí, lo haría sin pensarlo dos veces. Me pregunto si es correcto el siquiera pensar en hablarle, ¿Con qué derecho debería hacerlo? Ella merece algo mejor.

— Muy bien, con eso concluimos por hoy. Pueden irse todos a excepción de lo que se tienen que quedar a limpiar.

Me incliné hacia Dylan para recoger mi mochila y guardar mis cosas, escuché algunos susurros al levantarme, fue tan extraño y se hizo aun más raro al notar como la mirada de Dylan me decía con una sonrisa que volteará, parecía estar compartiendo la misma emoción que los susurros.

Al dar la vuelta entendí el porqué de su sonrisa, Laura estaba parada, mirando fijamente hacia mí, nuestras miradas se conectaron y pude sentir cómo toda la vergüenza se reflejaba en mi rostro, desvié la vista casi al instante, espero y no se haya sentido rechazada.

Dylan me miraba entusiasmado y con los dos dedos pulgares hacia arriba, nunca me habían animado tanto, fue tan incómodo, pero me hizo confiar un poco más en él, decidí dejar atrás mis miedos y hablar con ella de una vez por todas.

— Laura, tengo que hablar contigo...

Laura se fue sin más, no se detuvo, fue como en el almuerzo, me evitó nuevamente, es muy probable que no quiera hablar conmigo, podría guardarme rencor quizás, fui un tonto al creer que ella querría hablar. Escuché nuevos murmullos casi al instante de que ella saliera del salón, ya no eran emocionados.

— Parece que solo fue suerte que le hablará.

— Nos emocionamos por nada.

— Fue por educación.

— Sí, es lo más probable.

Por alguna razón esos comentarios me hirieron más de lo normal, empecé a creer que lo merecía, no obstante, Dylan volvió al rescate.

— No les hagas caso, mira, yo no sé todo lo que ustedes vivieron, pero lo que sí sé es que ella se preocupó por ti durante tu combate contra Takahashi.

— ¿Qué se supone que haga? ¿Viste cómo se fue sin mirar atrás? Es obvio que no quiere hablar conmigo.

— O simplemente tiene miedo al igual que tú.

Tuve una epifanía al pensar en esa probabilidad, estuve pensando solo en mi miedo sin creer que ella pudiera sentir el mismo sentimiento. Las piezas del rompecabezas se unían lentamente, desde la presentación hasta lo que ocurrió recién, ella huye y no necesariamente porque me aborrezca, puede que tenga el mismo miedo que yo.

Me despedí y salí tan rápido como pude, desde el segundo piso la vi caminando con furor, grité desesperadamente "Laura", pero no volteó en lo absoluto. No pensaba rendirme, pero perdí rastro de ella al bajar por las escaleras, corrí por todos los pasillos que encontré con la esperanza de ver su cabello blanco.

— ¿Dónde se habrá metido? Ya busqué por todas partes y nada; si yo fuera Laura, ¿A dónde iría?

Estuve sentado alrededor de cinco minutos con mis ojos en completa oscuridad, dentro de mis recuerdos vi a una niña sentada frente a un lago comiendo unos panditas, separando los de color rojo para comerlos al final.

— ¡Ya sé dónde puede estar!

Signos de cansancio se mostraban en mí, llevaba corriendo de un lugar a otro bastante rato, sentía que la iba a perder otra vez, mi fuerza de voluntad me permitió seguir hasta el final. En mi último trayecto pude ver su reluciente cabello, ella estaba sentada en una banca, me acerqué lentamente por detrás para evitar que huyera nuevamente.

— ¡Por fin te encontré!

La niña del lago comiendo panditas se convirtió en una mujer disfrutando de unos churros como si fueran los últimos del planeta; sus ojos sorprendidos y serenos marcaban la tranquilidad que tanto recordaba de ella. Puede que no lo merezca, pero ya he huido demasiado, es momento de pedir perdón.

☆ FIN DE LA PARTE 5 ☆