En el café

Fortuna

Si alguien me dijera que años atrás un mal café me llevaría a encontrar al amor de mi vida, me hubiese reído. Y no es que mi espíritu romántico no lo creyera, si ni porque la ilusión de encontrarlo y hacerlo mío me hubiese ganado ante los detalles de lo que fue en verdad.

Pasamos un ir y venir de malos entendidos, de risas mal puestas y de perdones infinitos, supongo que no podría ser de otra manera.

Supongo que solo podía ser ella. La voz retumbaba en mi garganta y su rostro ilusionado me miraba entre las cortinas del lugar. Ahora era una imagen que se repetía constantemente, pero que para mí siempre se sentía novedosa, como la primera vez.

Su mano en mi mano mientras caminábamos por ciudades nuevas, su sonrisa siempre escandalosa y sus pecas siempre traviesas me miraban como jamás nadie lo hizo.

Y qué decir de las noches en que moría entre mis brazos susurrando mi nombre aferrándose a mi piel. Era mi lugar seguro, mi "Vamos arriesgarnos" favorito.

Era mía y era suya y ahora no necesitaba nada más...

-Amor- su voz me sacaba de mis pensamientos- hemos llegado- y desperezándome camine por el pasillo del avión con ella

-¡Estas enorme...!- dijo Mady al verla entrar a casa- de verdad no puedo creer que seré tía-

-Créelo- dije soberbia besando la frente de mi Green- Y pensar que hacia un par de años querías despellejarla- reímos divertidas.

-Era parte del show romántico que se armaron- se burló sobando ese vientre que tanta ilusión me daba.

La noche nos llegó entre luces de bengala y chocolates calientes, el té en manos de Green se había enfriado y el subir y bajar de su pecho recargado en mi costado me anunciaba que el sueño le llego de golpe con toda la paz que su cuerpo emanaba. "Que fortuna" susurre en oído, mirando la escena, ahora lo tenía a todo y la verdad era que jamás pude haberlo tenido de no ser por ella, de no ser con ella.