Epílogo

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Still - Niall Horan

Cinco años después
Stanford, California.

El sol en mi cara me despierta ¿Quién abre las cortinas?

— ¡Hoy te gradúas! — Mamá grita.

La he dejado quedarse en mi departamento una semana conmigo, aunque tuviese su propia casa en California.

— Ya lo sé. — Murmuro.

— Intenté de que tu padre viniera y... No puede para la ceremonia, pero después si vendrá. — Ella se sienta en mi cama.

— Mamá, no quiero saber de él, lo amo pero cada vez me decepciona más, no me amargues el día hablando de él, por favor. — Me siento en la cama.

— De acuerdo, tienes que arreglarte, igual yo, no puedo creer que te gradúas con honores. — Mamá suelta un chillido y sale corriendo de mi habitación.

Estos cinco años me he dedicado a mí, no había tenido novios de más de un año, aunque las noches si han sido de... Eh, locura.

Tengo un trabajo en una tienda, es bueno, casi siempre van muchos clientes. Me he enfocado demasiado en los estudios y por eso me gradúo con honores hoy, tengo las mejores notas de toda la carrera.

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— Decir que estoy agradecida con la universidad de Stanford es poco, me ha enseñado a ser fuerte, a seguir con mi vida, y además de eso, he estudiado por cinco años lo que me gusta hacer, conocí amigos que se han vuelto familia, profesores a los que siempre les agradeceré por las críticas constructivas.— Me tomo unos segundos para respirar.

En la multitud, busco a mamá. La encuentro en las primeras filas, con una cámara en la mano, la otra en su boca, tratando de cubrir los sollozos. A su lado está Thomas, su novio desde hace tres años.

Es un hombre alto, de ojos cafés y cabello rubio.

Todo lo opuesto a papá.

Es cariñoso, comprensivo y realmente la ama demasiado.

— Pero a la persona que más debo agradecerle es a mi madre, Kate Fleming. — La señalo.

Las luces la iluminan y ella me sonríe.

— Esa mujer ha sido una gran inspiración y apoyo para mí, desde el apoyarme cuando quise mudarme al otro lado del país hasta venirse a vivir aquí conmigo cuando más me extrañaba. — Mis ojos se llenan de lágrimas. — Me ha enseñado lo básico de la vida y siempre me ha apoyado. Sin ella, sin dudas, yo no estaría aquí hoy. — Niego un poco.

El teatro se llena de aplausos y vitores.

Me bajo del escenario y me siento en mi respectiva silla, al lado de mi mejor amiga, Christine.

— Me hiciste llorar. — Susurra, abrazándome.

— ¿En la parte que dije que que he conocido amigos que se han vuelto familia? — Le sonrío.

— Justo ahí. — Ella asiente.

Yo la abrazo y empiezan a llamar a los graduados.

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