Capitulo 14

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Lamento la tardanza, todo el mes de Octubre me he estado centrando en los dibujos del inktober, que por cierto, es la primera vez que lo hago y la mayoría de los dibujos han sido en formato digital, a excepción de dos dibujos, donde uno de ellos pertenece a este capítulo.

Además de que he comenzado a hacer directos en la app Reality, una aplicación móvil de streaming usando avatares como si de una VTuber fuese. Otra cosa interesante es que desde el mes pasado he comenzado a ir clases de japonés que de momento voy de maravilla y me está gustando.

Bueno, después de haberos informado todo empecemos con el nuevo capítulo. Espero que os guste.

La esperanza es la segunda alma del desdichado

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La esperanza es la segunda alma del desdichado.

- Goethe.

Tras salir del baño, bajé al piso de abajo dirección a la cocina, donde la Sra. Hudson estaba envuelta en la preparación del desayuno.

- Buenos días, Sra. Hudson. - Di los buenos días sin levantar mucho la voz. Ella se giró al escucharme y me devolvió el saludo.

- Buenos días, (T/N). ¿Cómo ha estado Sherlock durante la noche? - preguntó con un tono leve preocupado.

- Al principio estuvo tranquilo. Luego, a medianoche comenzó a subirle la fiebre y estuve gran parte de la noche despierta. - Me tapé la boca al soltar un gran bostezo.

- Por lo que se ve, estas cansada de cuidarlo toda la noche. - Me contestó preocupada. - (T/N). ¿Por qué no descansas un poco después del desayuno?

- Tenía pensado bañarme y cambiarme de muda, justo después de llevarle a Sherlock su desayuno.

- ¿Está despierto?

- Fue él, quien me despertó. Ahora está un poco mejor, pero sigue teniendo fiebre.

- Entonces, será mejor que me dé prisa en prepararle el desayuno. - Dijo más animada. - En su estado, el mejor desayuno que puede tomar son unas gachas bien calentitas.

- Espero que no tenga ninguna queja. - Bromeé al ver cómo prepara las gachas.

- Descuida. Si no le gusta, lo obligamos a que se los coma. - Dijo con una sonrisa llena de seguridad. Ella me miraba llena de determinación, lo que me hizo estremecerme por lo que está pensando.

- Sra. Hudson, no pienso darle de comer a Sherlock. - Dije completamente avergonzada al imaginarme aquella incómoda situación.

- ¡Oh ho ho ho! Sí lo harás. - Me respondió con una sonrisa malévola y llena de socarronería, dibujada en su rostro.

Al cabo de un rato, terminó de preparar las gachas y las sirvió en un cuenco. Lo colocó en la bandeja, junto con una taza de té de hierbas, la cuchara junto con una servilleta y la medicación que debe tomarse Sherlock. Parece ser que la medicación lo han guardado en la cocina.

Luz y OscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora