Lo que comenzó como un pequeño asalto a estudiantes de la secundaria Shibuya, acabó con la peor humillación para Takemichi y sus amigos.
Kiyomasa se había encargado de bajarles la autoestima, prácticamente destrozando sus rostros y sus cuerpos. Takemichi a duras penas podía mantenerse en pie, agarrando su estómago magullado.
La última advertencia fue clara, ahora ellos debían trabajar para Kiyomasa, ser esclavos de la Toman (Tokyo manji), la organización más popular del momento, y temida, por no decir menos.
Las peleas callejeras se estaban haciendo recurrentes. En la última, Takemichi había sido noqueado de un solo golpe por un descuido. Estaba más preocupado por sus amigos que de él mismo.
— Takemichi.— Le llamó Takuya, acercándose a él, se veía afligido y preocupado.
— ¿Cómo pudiste perder con un tipo como ese? ¡No eres así!
— Oh, hablas de eso... — Respondió avergonzado, pasando su diestra por su nuca.— Lo siento.
Antes de decir algo más, Akkun los invitó al baño a una reunión rápida. Takemichi se mantuvo atento, pero estaba ansioso por lo sucedido el día anterior.
— Kiyomasa sigue con las peleas clandestinas, está vez quiere que Takuya peleé. — Una exclamación grupal resonó en el baño, eso no podía ser. Takuya era el miembro más frágil del grupo, no iba a sobrevivir a la lluvia de golpes que se avecinaba. Akkun prosiguió.— Estoy dispuesto a pelear yo.
— No nos harán caso, somos apenas unos esclavos. — Dijo Yamagishi, igual de nervioso que los demás.
— Lo agradezco, pero lo haré y está vez, vengare a Takemichi.— Sintió ganas de llorar cuando Takuya golpeó suavemente su pecho y lo miró a los ojos. Takemichi podía ser de todo, menos un cobarde y no dejaría que su amigos sufrieran. — Invítame a comer cuando gane.
— Takuya...
La frustración era palpable, pero el destino ya estaba escrito. Ellos aguantarían, se harían fuertes y sobrevivirían.
El lugar de la pelea era el usual, una especie de parque vacío con escalones lo suficientemente grandes para amontonar al público. La superficie al final era plana y amplia, ideal para un par de niños con ínfulas de gángster quisiesen jugar a las peleas, aunque las apuestas eran reales y los golpes dolorosos.
Takemichi desde lo alto veía a su amigo, Takuya estaba temblando y asustado, pero lo ocultaba bien. Apenas se inmutó cuando dió inició la pelea, preparando sus puños para el asalto, el cual nunca llegó.
— Un momento.— Gritó con todas sus fuerzas, llevándose la atención momentánea, algunos exclamado sorprendidos por la repentina intromisión.
— ¿No les aburre ver todos los días las mismos combates? — Preguntó casual, con sus manos en la parte de atrás de su cabeza dándole un toque despreocupado, como si no estuviese muriendo de terror. — ¿No quieren ver algo más interesante?
Los demás no estuvieron de acuerdo, maldiciendo e insultando al pobre Takemichi que solo intentaba salvar el pellejo de su amigo. El único que levantó la cabeza con interés, fue Kiyomasa su objetivo.
Takemichi tocó su marca, lo único que le hizo sentir aliviado en medio de la tormenta. Si moría ese día de lo único que se arrepentiría era de no haber conocido a su alma gemela.
Su Manjiro Sano.
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Almas gemelas.
عاطفيةCada persona al nacer lleva escrito en su brazo izquierdo el nombre de su alma gemela, su media naranja, su otra mitad. Hanagaki Takemichi no fue la excepción, solo que las cosas no salieron como esperaba. ¡Hola! Soy nueva escritora y las actualiz...