QUINCE

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Quizás estar tanto tiempo
juntos mató nuestro amor.

15.

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La pelimorada amarró su cabello en una coleta baja y acomodó la pequeña flor que traía siempre en su cabeza. Sonrió al mirarse al espejo y volteó rápidamente.

— Ya está. — Dijo saliendo del baño.

— Ya era hora, me iba a secar esperando. — Mencionó un poco molesto el rubio de ojos azules.

— Mejor preocúpate en buscar una botella de agua, no te invitaré hoy.

Dense prisa ambos, no podemos faltar a la clase de deportes. — Regañé cruzado de brazos.

— Siempre eres el primero en llegar tarde. — Contestó Konan dándome un suave golpe en la cabeza.

De pronto alguien tocó mi hombro, exaltado miré rápidamente de quién se trataba, debí suponerlo.

Era el profesor Kakuzu. Siempre que estaba a gusto con mis amigos, llegaba a interrumpir.

— ¿Tienes un momento? — Preguntó sonriente.

— La clase de deportes, que por cierto, es nuestra favorita, acaba de comenzar y no podemos faltar. — Dijo la chica con una mano en la cintura.

— Oh, ya veo... — Murmuró pensativo el moreno. — No tardará más de diez minutos.

Konan y el rubio voltearon a verme ocultando su molestia y suspiraron.

— ¡Nos vemos en la cancha entonces! — avisó la chica alejándose junto a Deidara.

— Siento mucho interrumpir, quería que me ayudarás con unos papeles para el concurso de mañana. — Comentó Kakuzu mientras caminaba por los pasillos de la escuela, y yo trataba de seguirle el paso.

— De acuerdo... No creo que tarde mucho. — Respondí animado.

— Lo haremos en mi oficina, es más cómodo.

« Eso sonó extraño... » pensé tratando de no reírme.

Aunque, por otro lado, me confundí un poco al oír lo de su oficina, él era un simple profesor, es decir, todos le tenían respeto pero ¿Por qué tendría una oficina? Ningún otro profesor tiene una.

Después comprendí, a lo que él me había contado antes, quizás sean por las influencias de sus padres, era lógico y tenía mucho sentido.
Por lo menos tengo la suerte de tener un asesor con oficina.

De cualquier modo no dejé de pensar que era raro, por muchísimas razones.

El ojiverde abrió la puerta de aquella oficina y la cerró tan rápido como yo entré.

30 sitios para dar besos cálidos - [KakuHidan] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora