DIECISÉIS

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“Me rompiste el corazón y los pedazos aún te aman”

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“Me rompiste el corazón
y los pedazos aún te aman”.

16.

— ¡Hola Hidan! — Saludó Deidara colgándose en mi espalda.

— Dentro de una hora iniciará el concurso de artes, los nervios me consumen. — mencionó Konan.

— Con tu ayuda y la de Kakuzu seguro ganaremos el concurso. — Dijo el rubio con mucha confianza en sí mismo. — Bueno, nuestro cuñado deberá trabajar duro para que Konan y yo lo aceptemos.

— No seas idiota, no creo que podamos hacer eso. Los jueces son imparciales, y definitivamente tendrán competencia. Pero haré lo mejor que pueda si prometen dejar de molestarme con el profesor. — Respondí cruzado de brazos.

— No te preocupes, trabajemos duro los tres para hacerlo bien hoy. — animó la pelimorada.

— Bueno, los veré en el auditorio cuando termine todo lo que tengo pendiente. Mucha suerte par de estúpidos. — Me despedí de mis amigos.

— ¡Nos vemos al rato, pedazo de imbécil! — gritó el Kamiruzu.

Todavía había gente acomodando sus puestos, otros elaborando y colgando carteles, la mayoría de profesores estaban ocupados acomodando el horario de todos los concursos.

« Ese Sasori ha estado muy raro desde hace unos días, estoy seguro que comienza a pensar cosas que no son, pero es mi superior y no puedo decirle nada... »

Caminaba por toda la escuela en lo que pasaba media hora, la verdad es que no quería ni tenía ganas de hacer nada, si por mí fuera ya me habría salido de la preparatoria en este mismo instante, pero no podía dejar mal a mi asesor.

Tiré la servilleta de mi crepa y me senté en el primer banco que vi.

— Que bonito día, que bueno que aquí no hay nadie que moleste.

En las canchas de atrás, casi no venía nadie a jugar y mucho menos a almorzar, así que era un buen lugar para una pequeña siesta.

Me acosté para dormitar un rato en las bancas, entrecerré los ojos esperando a que el viento pudiera relajarme, pero se escuchaban unos ruidos algo molestos y aparte, raros.
Me levanté incómodo mirando al lugar donde prevenían los sonidos, detrás de unos grandes árboles.

« Está muy abandonado por aquí, podría salir algún animal de ahí y comerme... » Pensé confuso.

— Aunque esos sonidos no parecen de animales...

Me acerqué cuidadosamente sin hacer tanto ruido hasta donde estaban aquellos árboles.
Solo podía ver la espalda de alguien, pero no sabía con exactitud de quién se trataba.

— D-Danzo... — Gimió una voz varonil.

Casi me caigo de la impresión, esos dos que estaban entre los árboles, ¿Eran dos hombres? O quizás al profesor le gustaban las chicas de voz gruesa.
Sabía que si seguía espiando podría acabar con severos traumas, pero de todas formas lo hice.

30 sitios para dar besos cálidos - [KakuHidan] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora