VEINTIDÓS

248 33 24
                                    

Y en medio de todo aquel
caos que me rodeaba,
apareciste tú.

Y bueno, no te diré que
el mundo se arregló.

Pero, en cierto modo,
todo aquello ya me dio
un poco más igual.

Hidan se queda hasta lo último.
El ojiverde pretende no darse cuenta, no podía ni mirarlo a los ojos, estaba realmente avergonzado.
Pensando en todo lo anterior, acomodaba carpetas inservibles con tal de disimular su nerviosismo.
Hidan se levanta de su asiento y lo mira por unos segundos.

Jugueteaba con el bolsillo de su pantalón para tranquilizarse un poco.

— Profesor Kakuzu. — llama, éste voltea desconfiado.

Se miran a los ojos por un par de segundos, y el moreno desvía la mirada con rapidez.

— Lo lamento. — dice rápidamente el moreno, antes de que el menor pudiera seguir hablando. — Nunca me diste motivos para malinterpretar las cosas, y sin embargo, lo hice.

Kakuzu suspiró y tomó su maleta.

— No fue mi intención hacerte sentir incómodo, dije cosas que no debí, incluso aún sintiendo tu silencio, no me callé... En verdad, discúlpame. — pidió el ojiverde con arrepentimiento. — Ésto ni siquiera es correcto para alguien como yo.

El más bajito dejó caer su mochila y se abalanzó hacia el mayor, tomándolo de la cintura fuertemente.
Kakuzu, confundido, corresponde cuidadosamente al abrazo del grisáceo, sentía como éste escondía su rostro entre los brazos del moreno.

Kakuzu coloca su mano en la cabeza del ojimorado y lo apega más a él.

— Lo quiero, profesor. — dijo en voz baja. — Lo quiero de la misma manera en la que usted me quiere a mí...

— ¿Estás seguro de eso, Hidan? — preguntó el mayor, estaba emocionado, pero sabía que ésto iba a llevar tiempo.

Era la primera vez que ambos experimentaban sentimientos de éste tipo, y era muy difícil.
Si bien Kakuzu podía desenvolverse con más facilidad, los nervios lo traicionaban la mayoría de veces, y Hidan, definitivamente no sabía absolutamente nada.

El grisáceo asintió sin dudarlo y abrazó con más fuerza al mayor.

— N-no pude responderle bien hace un momento, pero... Lo sé con certeza. — contestó el de ojos violetas.

— Hidan... — susurró Kakuzu. — No quiero que te sientas en la obligación de corresponderme...

El de cabello gris levantó la mirada, viéndolo fijamente con sus brillantes ojos color amatista.

— Por favor... Profesor Kakuzu... — murmuró el menor. — No lo dude.  — dijo el chico en voz baja.

El moreno miraba con detenimiento aquel rostro tan majestuoso que tenía frente a él, quizás era la primera vez que lo tenía así de cerca, tan delicado y lleno de belleza...

¿Acaso podía existir algo más perfecto que Hidan?

El de cabellos grises era muy hermoso, aunque no era precisamente su físico el que atraía al mayor, de todas maneras no podía evitar admirarlo de esa manera.

Y por otro lado, el grisáceo estaba tan absorto en ese momento.
Anteriormente, había estado espiando al profesor a escondidas, miraba cada parte del ojiverde como si no fuese de éste mundo, pero todas esas veces no se comparan a la vista que tenía en ese preciso momento.

30 sitios para dar besos cálidos - [KakuHidan] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora