Los primeros pasos

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Cuando Izuku recuperó la vista, lo primero que vio fue un pueblito rural; había carretas cargadas de diferentes objetos siendo arrastradas por caballos en las calles, gente con ropas muy simples transitando por el camino, y las casas no parecían estar construidas con técnicas modernas. Izuku respiró profundamente, tratando de probar el aire puro que él suponía que tendría un lugar como este, pero en lugar de eso su nariz solo capturó el olor de excremento de caballo y tierra, mezclado con un poco de hierba... supuso que tendría que salir a las afueras del pueblo para poder respirar el aire puro.

- Esto se ve muy pacífico; supongo que tenemos que... – Izuku se disponía a hablarle a la diosa que había venido con él, esperando alguna guía para este nuevo mundo, y en su tarea de traer la paz a la gente... y entonces se vio agarrado violentamente de los hombros, cortesía de una chica peliazul que estaba muy, muy histérica.

- ¡WWWWAAAAAAAHAHAAAAAAHH! – Aqua lloriqueó totalmente desesperada, sacudiendo a Izuku con todas sus fuerzas; su cara y voz estaban llenas de miedo, y a estas alturas, Izuku podía ver que la gente los estaba mirando por la escena que hacían.

- ¡YA PARA! – gritó Izuku, dándole un pequeño golpe de karate en su cabeza.

El golpe no era tan fuerte como para doler realmente, pero Aqua se detuvo y se sostuvo la cabeza sorprendida, mirando al chico con los ojos grandes y acuosos.

- Ahora, mantén la calma y respira; sé que no tenías la intención de abandonar tu lugar en el cielo, pero fueron tus palabras las que te hicieron tener que acompañarme. Estamos juntos en esto, y juntos encontraremos la manera de completar esta misión. Yo me convertiré en un héroe, y tú regresarás al cielo, ¿está bien? – resumió Izuku su situación, dando una sonrisa brillante que a la diosa casi le hizo sentirse enferma, pero no podía echarle la culpa.

- Está bien. – replicó Aqua finalmente, con la mirada cabizbaja y sabiendo muy bien que había enviado a incontables personas a este lugar, y ninguno de ellos había podido llegar muy lejos después del punto de inicio.

- ¡Bien! Ahora dime a dónde deberíamos ir primero. Debe haber algún lugar donde nos den pistas por dónde empezar, o algún lugar para ser reclutado en el ejército o grupo que pelea contra el Rey Demonio, ¿verdad? – elaboró Izuku, pidiéndole a la diosa direcciones y guía.

Aqua estaba más que un poco molesta de ver los ojos brillantes del chico, pero desearía poder decirle lo que quería. Y lamentablemente, no podía.

- ¿Y por qué iba yo a saber eso? – respondió Aqua, tratando de no sonar tan molesta como realmente estaba. Su desesperación estaba mezclada con rabia, pues nunca creyó que tendría que poner un pie en este mundo tan primitivo.

- ¿No eres una diosa? Se supone que los dioses albergan conocimiento infinito, o al menos, saben cómo funciona el mundo... digo, parecía que sabías todo lo que hay que saber de este mundo cuando me estabas diciendo que aceptara tu oferta.

Izuku explicó su razonamiento, y Aqua tuvo que admitir que tal vez había tergiversado un poco la impresión que estaba dándole... no que pudiera decir eso de dientes para afuera.

- ¡Soy una diosa! No puedes esperar que sepa cada pequeño detalle de cada lugar en este mundo; este diminuto pueblucho no tiene nada de interés en absoluto. – replicó Aqua, ganándose una mirada estupefacta del héroe potencial-

- Lo que me estás diciendo ... ¿es que envías a gente a este lugar sin saber tú misma nada de los detalles? – preguntó Izuku, deseando con todo su corazón que la diosa frente a él le respondiera de una manera digna de su posición.

Pero se llevó una gran desilusión cuando simplemente le asintió con ojos honestos.

- Yo... necesito pedir direcciones. – dijo Izuku, bajando la cabeza derrotado.

Bendecido con el corazón de un héroeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora