Verde desatado

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Aela estaba teniendo problemas en formarse una opinión sólida sobre el líder de su nuevo grupo. Por un lado, lo odiaba; haber visto a su amado Kyouya humillado por las tácticas sucias del Druida peliverde le llenó el corazón de pensamientos oscuros. Por el otro, no pudo evitar sentir admiración por la devoción que demostraba por las otras miembros de su grupo, algo muy rara vez visto. Esto quedaba demostrado por el hecho de que se tomaba muy en serio conocerlas, no solo sus fortalezas y debilidades, sino en planear todas las contingencias que el grupo pudiese enfrentarse en el campo de batalla.

Muy diferente de Kyouya, que apenas si recordaba el nombre de ella, mucho menos su clase y habilidades.

Aela también había notado ciertas similitudes, como que ambos eran líderes masculinos rodeados de un grupo totalmente femenino. A diferencia de Kyouya, sin embargo, el joven Druida parecía muy consciente de los sentimientos de sus compañeras, y los aceptaba. Ella tenía sentimientos mezclados respecto a esto; Kyouya parecía evitar cualquier nivel de romance cuando ella y la ladrona se encontraban juntas, pero estaba dispuesto a llevársela a su tienda por la noche, cuando la otra chica no estaba presente.

La imagen mental de que la otra chica recibiera ese mismo tratamiento la hizo temblar.

- Entonces, ¿qué clase tienes? – le preguntó Izuku a la pelirrosa, trayéndola de vuelta al presente. – Si tienes alguna especialidad, necesitas decírmelo. Tener las herramientas y equipamiento apropiados es clave allá afuera.

La pelirrosa gruñó un poco, sin saber si seguía molesta por ser interrogada, o feliz de que le dieran atención y la considerasen parte del grupo.

- Soy una Cazadora... – respondió Aela, apenas lo bastante audible para darse a entender.

Notó entonces las expresiones confusas del Druida y sus compañeras, lo que le provocó flashbacks del día que conoció a Kyouya. En ese entonces, estaba dispuesta a hacer cualquier cosa para impresionar al héroe, para reclamarlo como suyo. La Ladrona tenía más para mostrar, sin embargo, pues no solo presumía sus atributos femeninos, sino su habilidad para forzar cerraduras, sigilo, desarmar trampas y valuar los objetos.

La única cosa que podía presentar era su habilidad para reconocer las plantas que tocaba, y nunca perderse en lo salvaje.

- ¿Otra experta en lo salvaje entonces? – preguntó Darkness, haciendo que la pelirrosa diera un respingo. La redundancia probablemente fue lo que hizo que Kyouya eligiera sacrificarla a ella, y tal vez también reduciría su valor para este grupo.

El Druida era obviamente una elección mucho mejor como experto en lo salvaje de lo que ella jamás podría ser.

- ¿Qué hay de la especialidad? – preguntó la diminuta Archimaga, a lo cual la pelirrosa se rehusó a hacerle contacto visual. – ¿Hay algo en lo que seas buena?

Había cosas en las que era buena, por supuesto, pero no mejor que otras personas.

- Tengo buena destreza con las manos... – comenzó a decir Aela, con la voz cada vez más débil al tratar de continuar. – Puedo colocar trampas sencillas... y cocinar cosas simples...

Era de nivel 15. Debería haber sido mejor en sus especialidades, tal vez incluso llegar a una clase avanzada...

Viajar con Kyouya había atrofiado su crecimiento, ahora se había dado cuenta de ello. Pero en ese momento no parecía importar en absoluto. Ella y la ladrona no tuvieron necesidad de hacer otras cosas que no fueran algo de soporte en el campo y llevar cargas ligeras, preparar los campamentos, y recibir halagos por su apoyo moral. Kyouya había hecho prácticamente todo en las misiones que habían tomado; desde matar al objetivo, hasta destruir obstáculos imposibles.

Bendecido con el corazón de un héroeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora