Pureza

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Sobre los tejados de la ciudad de Axel, muy cerca del gremio de aventureros, estaba volando una figura pequeña y femenina. De baja estatura, de atributos femeninos muy pequeños, con una cara que gritaba inocencia, y a pesar de todo exudaba un aura remarcablemente lasciva. La mayoría de hombres, especialmente los adolescentes con las hormonas locas, sin duda se le aproximarían con intenciones impuras si la vieran.

- ¡Mi primera misión! – murmuró la chica con excitación, con estrellas chispeando en sus ojos ante el prospecto de tener éxito. – ¡Por fin me convertiré en una verdadera súcubo!

Si alguien intentaba asaltarla sexualmente, sería su perdición. Porque era una súcubo.

Las súcubos eran demonios terribles no porque fueran fuertes, o tuvieran dotes mágicos, sino porque sabían cómo meterse en los corazones de los hombres. Capaces de convertir a amigos y hermanos en enemigos mortales con un guiño y un besito volador, capaces de convertir al sacerdote más devoto en una bestia lujuriosa con una sola caricia, estaban entre las especies más peligrosas conocidas por el hombre.

- Aquí está, es la posada marcada en la petición. – murmuró la pequeña súcubo para sí misma mientras alternaba entre la nota de su mano y el edificio frente a ella. – Ahora, ¡es tiempo de encontrar al pequeño Archidruida!

Todas las iglesias habían decretado que había que matar a cualquier súcubo que fuese vista, y si se sospechaba de la ubicación de alguna sociedad de ellas, todo el pueblo tenía que ser arrasado sin piedad para purificar a la tierra de su influencia.

Pero en Axel, ese decreto era ignorado a propósito.

- ¡Ahí está! – La pequeña chica no pudo contener su sorpresa al ver que su objetivo no estaba solo. – ¡Oh cielos! Ya tiene un grupo muy grande de seguidoras. ¡Y duerme con todas al mismo tiempo!

El Café Crema era un establecimiento oculto del camino principal, pero era bien conocido entre aventureros y trabajadores normales. Era único porque era totalmente operado por súcubos. Y ofrecía un servicio único: a cambio de algo de fuerza vital excesiva del cliente, ellas proveían unos sueños excesivamente placenteros, y vívidos a más no poder.

Las súcubos se alimentaban de la esencia vital, que podían tomar en su totalidad a la vez, resultando en la muerte del objetivo, o solo en pequeñas cantidades, asegurándose de poder... exprimir... al objetivo por un largo tiempo. Esto sólo se podía lograr si una súcubo solitaria iba tras media docena de hombres.

Axel, sin embargo, era una ciudad bien conocida por estar llena de pervertidos, de aventureros exhaustos que necesitaban urgentemente alivios sexuales. La líder de la sociedad de súcubos había encontrado que en un lugar con tan alta demanda de alivio, regular a su sociedad tomando solo el exceso podía llevar a un arreglo bastante beneficioso. Solo habría que imaginar su sorpresa cuando el hombre que las descubrió no demandó su vida, sino un sueño que cumpliera sus fantasías.

- ¡Ahora, a tomar notas! – La pequeña intrusa rápidamente sacó un trozo de pergamino y una pluma. – Está abrazando con mucha ferocidad a la maga loli... la chica pájaro los cubre a ambos con su ala extendida... la chica lagarto le sirve como almohada al lindo Druida. Debe tener un vientre muy suavecito...

Cuando la súcubo matriarca probó ser capaz de darle al primer aventurero el sueño erótico que pidió, se encontró con una lluvia de peticiones. Cuando las noticias de sus capaces manos llegaron ante el maestro del gremio de aquel tiempo, se le permitió pedir una recompensa a cambio de permitirle probar con todas las recepcionistas que le gustaban... en sus sueños, por supuesto.

Esa recompensa se convirtió en el edificio actual que ella y sus hermanas estaban usando ahora, que finalmente era reconocida como un establecimiento legal.

Bendecido con el corazón de un héroeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora