Una triste despedida

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En las puertas de Axel, un grupo de aventureros se encontraba en medio de una sombría conversación. El sol pronto se pondría, y el viento comenzaba a ponerse frío.

- Lo lamento... – murmuró Darkness, temblando como una hoja en el viento.

Lady Lalatina "Darkness" Dustiness Ford tenía permitido trabajar como aventurera gracias a su padre. Como aventurera, tenía mucha libertad que su herencia noble solía denegarle; podía hacer amigos, explorar mazmorras, y meterse en situaciones peligrosas mientras todavía siguiera al alcance de los brazos de su familia. Sin embargo, nunca podría escapar de sus deberes como noble.

Cuando fue a casa para despedirse de su padre, no se lo tomó nada bien.

Marchar hacia las líneas frontales fue algo que inmediatamente le prohibieron hacer. Aunque le permitieran arriesgar su vida mientras se pudiera recuperar su cuerpo, ya que su familia podía permitirse pagar por la magia de resurrección, morir en las líneas frontales significaba que no había resurrección, y por tanto no habría forma de regresar.

Lord Dustiness Ford había utilizado su única carta viable. La amenazó con tomar la vida de Izuku, y las del resto de su recién descubierta nueva familia, si algo llegaba a pesarle.

- Por favor perdónenme... – Aela se inclinó mientras abrazaba a su Bianca, menos por querer protegerla y más por querer despedirse de ella.

En este momento, la Cazadora deseaba no haber abierto la carta que recibió hoy. Era una respuesta de casa, y las cosas habían salido mal en cualquier manera posible. Sus padres ahora venían de camino a Axel, para conocer a su querido líder, y tratar de convencerlo de casarse con ella para que fuese parte de la familia.

Ella admitiría que la idea de casarse con el líder de su grupo no era algo de lo que querría escapar, pero la intención detrás de la idea de sus padres era lo que la hacía detenerse. Intentaban usar el éxito de Izuku para avanzar su propia agenda como nobles, para ganar prestigio y poder. Por supuesto, esto significaba que el orden de la herencia tendría que cambiar para acomodar a la nueva adición de la familia. No sólo eso convertiría a Izuku a la fuerza en un peón político, sino que ella arruinaría las vidas de sus hermanos.

Y también, la imagen mental de Megumin borrando a toda su familia... y probablemente también todo su territorio junto con ellos... no era menos incentivo para frustrar semejante plan. Ella no tenía más opción que esperar a que llegaran sus padres, Izuku... no tenía por qué hacerlo.

- No hay nada por qué lamentarte. – le respondió Izuku a Darkness, y luego se giró hacia Aela. – Y a ti, no tengo nada que perdonarte. Tienes tus razones, y eso lo respeto.

Ambas chicas habían dado explicaciones muy breves, ya que ninguna de las dos quiso perder el tiempo con los detalles. Darkness no quería avergonzarse frente a su santo, para mostrar lo mucho que seguía apegada a su familia, incapaz de seguir a la figura santa a la que tanto deseaba. Aela no se atrevió a revelar su estatus de noble, rehusándose a dejar que su líder se viera enredado en las maquinaciones de su familia.

Ninguna de las dos se esperaba que el Archidruida esmeralda las abrazara, mucho menos que esa amabilidad se sintiera tan dolorosa.

El atardecer se acercaba cada vez más, y su ventana de oportunidad para partir se estaba cerrando. En otro tiempo, en otro mundo, Izuku habría esperado a que ambas resolvieran sus situaciones, hasta que estuvieran listas para acompañarlo.

- Las estaré esperando en la siguiente ciudad, en Roggard, como planeamos. – explicó Izuku, demostrando que no estaba dispuesto a quedarse en Axel más tiempo. – Las esperaré hasta que llegue la primavera.

Bendecido con el corazón de un héroeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora