Especial Bendecido I - Charla de chicas

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Como siempre, el grupo del aventurero número uno se encontraba almorzando en el área de comedor del salón del gremio. A diferencia de la mayoría de veces, el joven Archidruida no estaba por ninguna parte. Había sido un largo día de exterminar manadas de goblins, lobos y osos gigantes y un par de monstruos de pesadilla, todos ellos víctimas de la furia de Izuku, una furia nacida de la estupidez de una Ladrona religiosa esa misma mañana.

- Nunca pensé que pudiera estar tan... enfadado. – habló Aela tras tomar algunos bocados de su comida.

Para la Cazadora, muchas de las peculiaridades de su grupo seguían siendo nuevas para ella, y difíciles de entender en el mejor de los casos. El amor de Izuku por los miembros de su grupo era algo obvio, pues su estatus y poder significaban que formar un harem era un paso obvio. Sin embargo, ese abrumador sentido de proteger a sus esclavas era desconcertante.

- El amor del amo es cálido... – murmuró Chika, ganándose algunos temblores de sus compañeras, que todavía se estaban acostumbrando a su voz. – ¡Chika está muy feliz de que la amen tanto!

Cuando Izuku las dejó a todas en el gremio, les ordenó a Liza y Chika que se quedaran allí también, dándoles el deber de proteger a Megumin mientras buscaba un momento de paz para sí mismo. En realidad, solo quería ir a visitar a Wiz, pues quería poner el huevo de Chika a buen uso en lugar de tener que lidiar con la idea de que alguien más pudiera echarle mano a un objeto tan preciado.

Aunque Chika había obedecido la orden con una sonrisa dudosa, Liza se había tensado inmediatamente, queriendo seguirlo para estar segura de que estaría a salvo. Al final, no pudo desobedecer, pero su cuerpo se quedó tenso desde ese momento, y el resto de las chicas sabían que la primera que la molestara probablemente no sobreviviría al primer golpe.

- Entonces... – Yunyun llamó la atención de todas, y su timidez social estaba brillando como un sol a mitad del día. – ¿Quién creen que le guste más?

Todo el grupo se quedó en silencio.

No era un secreto que Izuku y Megumin eran pareja, mucho menos que compartían un cuarto, pero al mismo tiempo, también se llevaba a sus dos esclavas durante la noche. Los rumores que volaban alrededor no eran menos que escandalosos.

- Quiero decir... él duerme con ustedes tres... – continuó Yunyun, tratando de tener su primer momento en una charla de mujeres. – Y es muy amable y cariñoso con todas nosotras...

Para el clan de los Demonios Carmesís, una sesión de charla entre chicas no era algo ordinario, ni un momento trivial de conectarse. Para ellas, significaba viajar por un campo minado peligroso donde una mentira podría ser tan desastrosa como la verdad. Era un campo de batalla donde la reputación privada y la imagen pública estaban siempre al borde de la aniquilación.

- Bueno, a mí no me vean. – replicó Aela rápidamente. – Yo soy la miembro más reciente, y he hecho muy poco para ganarme su afecto.

La Cazadora conocía su lugar. Ella era la chica nueva, y su ingreso a este grupo de élite había sido el resultado de que Izuku sintió pena por su miserable vida. El Archidruida no tenía razón para rescatarla, para acogerla cuando simplemente pudo mandarla a que trabajara su trasero en el mercado... tampoco tenía razón para darle ropas apropiadas y equipo de aventurera... o para enseñarle a usar sus habilidades y constitución.

Entonces ¿por qué hizo todo eso por ella?

- Quiero decir... es cierto que me liberó de esa deuda. – Aela comenzó a cambiar de marcha, y su voz adoptó un tono que denotaba duda. – También me rescató del hoyo en que caí por culpa del otro sujeto, enseñándome a pelear como se debe...

Bendecido con el corazón de un héroeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora