4. Gretel, la lista

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Habia una vez una cocinera que se llamaba Gretel. Era una joven muy bonita y habia aprendido de su madre a guisar toda clase de plastos suculentos y sabrosos, por lo que enseguida encontro trabajo en la casa de un importante caballero.

Gretel tenia tambien un defectillo, y era su mucha aficion a echarse de vez en cuando buenos tragos de vino. Y como el vino hacia que le entraran ganas de comer, luego se dedicaba a probar los manjares que cocinaba, llegando a veces a comerse todo el guiso. 

En tales ocasiones repetíá su frase favorita:

- La buena cocinera debe saber que tal esta la comida.

Un dia su amo la llamo con urgencia y le dijo:

- Gretel, esta nohe voy a tener un invitado a cenar. Es un forastero que esta de paso en nuestra ciudad y me gustaria que te esmeraces.

- No se preocupe, señor -contesto Gretel-. Les hare una cena para chuparse los dedos.

- A mi invitado le gusta mucho la gallina. Y como a ti se te da tan bien prepararla he pensado que podrias cocinar un par de gallinas asadas.

- Asi lo hare, señor.

Gretel se puso manos a la obra, y cuando comenzo a atardecer ya tenia las dos gallinas asándose en el fuego. El aroma que despedían era delicioso y la piel ya comenzaba a tostarse y a estar en su punto. Pero como el invitado aun no habia dado señales de vida, Gretel le dijo a su amo:

- Si ese caballero no viene pronto tendre que retirar las gallinas del fuego. Sera una lastima que no se las coman pronto ahora que estan más jugosas.

- Tienes razon -dijo el amo-. Yo mismo ire a buscar a mi invitado.

Nada más marcharse el año, Gretel volvio a la cocina y dio unas cuantas vueltas a las gallinas que seguian dorandose en el espetón. Pero al estar tan cerca del juego comenzó a sudar y tener sed, y entonces pensó:

- "Esto me recuerda que debo preparar el vino para la cena."

Bajo corriendo a la bodaga, colocó una jarra bajo un tonal y la lleno de vino. Y, como estaba sedienta, no pudo resistirse a la tentacion de echarse un buen trago.

- ¡Que rico y que fresquito esta! -dijo.

Y después de echarse un segundo trago añadió:

- El vino llama al vino, y no es sano dejar de beber bruscamente.

Asi que se echó otro par de tragos. Luego volvió a llenar la jarra y regreso a la cocina. Las aves estaban casi listas. Las unto con mantequilla y les dio otras cuantas vueltas en el asador. Y olían tan bien, pero tan deliciosamente bien que Gretel pensó:

- "Lo mejor sera que las pruebe, no sea que les falte algo."

Y, ni corta ni perezosa, cogio una ala y se la comio.

- ¡Hummm, pero qué sabrosa está! -exclamo- Es una verdadera pena que no se las coman inmediatamente.

Corrio a la ventana y se asomó por si veía llegar al amo y a su invitado, pero como no se les veía por ninguna parte volvió de nuevo junto a las gallinas y dijo:

- ¡Vaya, las alas se están empezando a chamuscar, será mejor que me las coma o se echarán a perder!

Asi que se las comio. Pero estaban tan sabrosas y le supieron tan requetebién, que la mano se le fue un poquito y al arrancar la ultima ala cogio tambien el muslo.

- ¡Cielos, nunca he comido un muslo tan exquisito! -dijo-. Pero si le llevo asi la gallina a mi amo notara que le falta algo. Lo mejor será que me coma también el otro muslo.

Cuentos de un libro antiguoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora