C A P I T U L O 27.

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Spade cuadro los hombros como si estuviera preparándose para la guerra.

Camino con zancadas largas e impacientes hacia un cuadro tapado por una sabana que estaba colgado cerca de la gran escalera de mármol. Con una mueca de disgusto tomo una esquina de la sabana y la retiro, revelando el retrato de un hombre tan parecido a Spade que cualquiera que no lo conociera bien juraría que era él.

Claro, nadie lo conocía como yo.

El hombre en el retrato tenía los rasgos sin imperfecciones pero sus ojos eran fríos y crueles allí donde los de Spade lucían atormentados cuando olvidaba ocultarlos bajo una mirada de cuidadosa indiferencia. No. Ese hombre no se parecía en nada a Spade, y sin embargo...

- No eres como él. - me esforcé en decir. Porque conocía sus fantasmas, y por más enojada que estuviera por su estupidez, nunca lo dañaría en esto.

Spade no me miraba, sus ojos llameaban mientras observaba el retrato de su progenitor.

- Te abandoné. - dijo con asco en su voz. - Te deje pensar que solo te quería por tu cuerpo y te deje ir. ¿Cómo eso no me hace igual que él?

No respondí. No tanto porque creyera que sus puntos eran válidos, sino porque estaba cansada. Lo amaba, sí, pero me había hecho mucho daño.

- Cuando Lily perdió a su hijo... - la voz de Spade parecía lejana con el recuerdo. Lo observé recordando la tristeza que nos había ahogado a todos, en especial a la feliz pareja. Aquellos fueron momentos difíciles. - la mirada vacía en sus ojos me perseguía. Era como ver la sombra de quien ella había sido. Y entonces lo supe.

- ¿Qué cosa?

Me miro regresando al presente, sus ojos azules tan claros como los de una laguna.

- Que algún día nuestro modo de vida... el peligro, podría herirte. Y yo no podría soportar ver esa mirada vacía en tus ojos. - desvío la mirada de vuelta al cuadro de su padre - y me acobardé. Preferí tu odio a arriesgarme a verte herida de esa manera.

- ¡Debiste hablarlo conmigo! -grité arrojando la sabana que tenía envuelta. De pronto sintiendo la piel hirviendo. - fuiste un idiota, un cobarde, robaste mi capacidad para decidir y me trataste como si fuera nada para ti.

Spade no lo negó, su mirada ensombrecida.

Me acerqué a él apuntándolo con el dedo mientras seguía acusándolo con todo el coraje que había albergado en mi alma

- Por meses y meses llore hasta quedarme dormida. - presioné mi dedo contra su musculatura - Durante semanas no salí de la cama. - estrellé una puno contra su pecho, pero aún no se defendía - Te di mi corazón porque me lo pediste ¡y luego lo tiraste a la basura!

Mi voz hacía eco en este mausoleo y los ojos de Spade brillaban con todo tipo de emociones. Amor, ternura, dolor, furia, arrepentimiento, pasión.

- Nunca lo desprecié. - dijo con su voz desgarrada. Sus manos convertidas en puños a sus costados. - intentaba protegerlo.

- Pues maldito buen trabajo. - repliqué, cada palabra rebosando sarcasmo.

Sus hombros cayeron, parecía tan cansado como jamás lo había visto. Y supo, que lo que fuera que intentara decir para convencerme no sería suficiente. El ambiente a nuestro alrededor crepitaba con todo lo que se había dicho, con todo lo que no había necesidad de decir, porque lo sentíamos.

Mis puños se relajaron en su pecho, sintiendo su calor a través de la tela de su camisa negra. Su corazón corría acelerado, como las alas de un pájaro nervioso. Su mano tembló mientras la elevaba hasta cubrir mi palma. Mi incliné despacio hacía adelante, mis músculos recordando la acción de elevarse de puntitas para poder alcanzar su barbilla. Él inclinó muy ligeramente su cabeza hacia abajo. Y con suavidad, deposité un beso ligero en sus labios. Infundí en el toda mi angustia, mi enojo, ¿mi esperanza?

Capturada Por Un Pirata •••COMPLETADA•••Donde viven las historias. Descúbrelo ahora