"And your very flesh shall be a great poem." - Walt Whitman"Y tu mera carne será un gran poema" - Walt Whitman.
No sé por qué me decepcioné tanto cuando escuché a Spade decirme esas palabras. "Es hora de pagar tu deuda, terroncito" no había nada en esa frase que no me hiciera querer buscar una daga recién afilada y clavársela en su musculoso pecho, incluso darle un tirón para asegurarme de que el trabajo se llevo a cabo satisfactoriamente.
Suspiré poniéndome recta e ignorando el cansancio que sentía en mis huesos. Sus ojos azules apenas mostraron emoción mientras me señalaba su camarote con la palma abierta e inclinando la cabeza en una reverencia tan elegante que solo podía ser jocosa viniendo de él.
Noté que todo su cuerpo parecía cómodo con la ropa de pirata, sin embargo sus modales no eran los de un hombre inculto. Me pregunté con renovada curiosidad cuál era su historia antes de acabar siendo capitán de un barco lleno de piratas. Incluyéndolo.
- No te veas tan asustada, ya te dije que no me gusta forzar la compañía femenina en mi cama. - Masculló molesto mientras azotaba la puerta y se me quedaba viendo, yo seguía a solo unos metros de él y lo más alejada que pude de la cama grande y llena de pieles de apariencia cálida. Mataría por dormir allí, lejos del frío y el polvo de la diminuta alacena, pero claro, me cortaría yo misma la lengua antes de admitirlo en voz alta.
- No estoy asustada. - dije, demasiado rápido para que me creyera.
Su respuesta fue arquear una ceja en mi dirección antes de sentarse en su escritorio y mirarme sin decir nada.
El silencio comenzaba a incomodarme y no supe que hacer más que quedarme parada recorriendo el cuarto con la mirada, intentado olvidar la quemazón que sentía sobre mi piel. Cuando el silencio fue lo suficientemente tenso como para cortar con un cuchillo de mantequilla, decidí romperlo.
- ¿Y bien? - le ladré camuflajeando mi miedo con rabia, como tal parece era mi costumbre hacer.
- ¿Y bien quoi, terroncito?
Lo miré molesta.
- No me digas así.
Spade sonrió mostrando su dentadura recta y perfecta, pero no se disculpó.
Tampoco tenía muchas esperanzas en que lo hiciera.
Nos quedamos callados pero esta vez fue un silencio menos tenso, esa sensación se evaporó dejando desafío y agresión pasiva. Ambos nos miramos como si estuviéramos midiéndonos. Era obvio que él era un líder de pies a cabeza, había nacido para gobernar, no para ser gobernado. Pero yo no era cualquier mujer de sociedad a la que se le hubiera inculcado a temprana edad a temer a los hombres y vivir para complacer cada uno de sus ridículos caprichos. No, era una mujer con mis necesidades bien conocidas, y que no pensaba dejarlas atrás por nadie. Era orgullosa, ¿de acuerdo? y aunque no fuera la mejor de las cualidades, era preferible a ser un cretino narcisista.
De repente alguien tocó la puerta y Spade se levantó como si lo que sea que estuviera pasando entre nosotros no fuera de su interés, y abrió la puerta.
- ¡Gill! Pasa, por favor. - ¿Por favor? ¿Qué clase de pirata dice "por favor"? - Me asomé frunciendo el ceño, pero mi façade se estropeó cuando mi boca se hizo agua literalmente al ver una gran tina dorada con patas del mismo color con intrincados hermosos. Gill no me miró mientras colocaba la tina en el centro de la habitación y luego se retiraba para unos segundos después volver con grandes cubetas de agua humeante.
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Capturada Por Un Pirata •••COMPLETADA•••
RomanceDe todas las posibilidades que contemple al escapar de casa, nunca me imagine un resultado en el que acabara en condiciones tan lamentables. Incluso considere que mi barco encallara y tener que recurrir al canibalismo para sobrevivir, y aun así, e...