Capítulo 34 "Sentimientos"

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POV Seth

Ella tenía la boca entre abierta y al escucharme apretó los labios uno contra el otro.

--Es que...

--No me voy a burlar te lo prometo

--Mi padre me lo tiene prohibido y al hacerlo me siento vulnerable.

--Pero a tus padres y a los Cullen si que los miras a los ojos...

--Confío en ellos...

--Y en nosotros no?

--Sí...pero os acabo de conocer, a la familia Cullen los conozco desde que nací, son raros pero divertidos, de echo Jasper es mi mejor amigo.

-Ah...

--Es más, mi padre me ha dicho que no os gusta que la gente os mire a los ojos, ni que os toque, ni que estén muy cerca de vosotros. Hoy he incumplido dos de esas cosas.

--Eso no es cierto, a nosotros no nos molesta que la gente nos mire a los ojos, ni que nos toque, ni que estén cerca nuestra. Bueno a mí no me termina de hacer gracia, pero contigo...

--Es diferente, lo sé.

--También lo...

--Sí, también lo siento.

--Una opresión en el pecho y...

--Un cosquilleo en el estomago...

--Cada vez que te veo, te escucho, o te toco-dijimos esta ultima frase a la vez.

Ambos reímos, suspiramos y nos miramos.

Yo a sus ojos, ella a algún lugar sin mirar directamente a mis ojos.

No se cómo terminé contándole todo lo que sabía de las estrellas, esa charla que les he hecho a todos los chicos y que todos han ignorado, ella me contestaba, interactuaba en la conversación.

Después de contarle todo eso y de que le enseñara a localizar algunas constelaciones ella se acercó a mí, se tumbó en mi pecho...

Su cabeza justo encima de mi pectoral derecho, su mano justo en el inicio de mi abdomen agarrando mi camiseta con fuerza.

Mi mano derecha cayó en su cintura y mi mano izquierda cobijaba la mano con la que ella agarraba mi camiseta.

Estuvimos un rato así, sin hablar, en silencio absoluto y posicionado tan juntos...

Noté como su respiración se relajaba, como su corazón latía lenta y constantemente.

Se había dormido, y lo había echo encima de mí.

En ese momento me dediqué a escucharla, escuchar su respiración calmada y sus latidos cardiacos.

Entonces me sentía bien, en ese lugar preciso, con esta maravillosa personita.

Sentí que tenía permiso para mirarla, hablarle, tocarla e incluso estar así, acostado con ella en el césped de su casa, por la noche, mirando las estrellas y abrazándola contra mí.

ℰ𝓈 ℯ𝓁𝓁𝒶.

El dulce secreto UleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora