Capítulo 37 "Temblar"

906 52 1
                                    

POV Seth

Recuerdo haberme dormido en el césped del patio con Lily en mis brazos y despertarme en el mismo lugar notando a Lily temblar entre mis brazos, tenía frío.

La agarré en brazos y la subí sin hacer ruido hasta la planta de arriba, entré a su cuarto, que reconocí enseguida por el olor y la tumbé en su cama.

Me quedé a su lado, sentado en el suelo observando como no paraba de temblar a pesar de estar tapada con el nórdico y un manta extra.

Sabía que el nórdico hacía más efecto cuanta menos ropa llevaras, pero Lily solo llevaba un vestido, largo y amarillo, el mismo que se había puesto para su graduación horas atrás.

Aunque me sentía con permiso no le quité nada, no llevaba bra, ya que la espalda del vestido era descubierta y no se veía rastro de bra.

Después de pasar más de media hora viendo como ella seguía temblando decidí meterme en la cama con ella. Espero que nada incontrolable de mi cuerpo reaccione ahora.

Ella estaba tumbada de espaldas a mí, echa un ovillo, parecía tan pequeña... tan indefensa y asustada.

La abracé por la espalda, pasando mis manos con cuidado por su cintura para no tocar nada indebido.

En cuanto la apreté hacia mí dejó de temblar y se giró, aún dormida, hacia mí, se posicionó de una manera en la que estábamos totalmente enlazados, nuestras piernas enredadas entre si, mis brazos en su cintura y espalda y los suyos en mi pecho y abdomen.

Parecía que realmente nos fusionamos, que en cualquier momento pasaríamos a ser uno solo.

Me sentía tan bien, tan agusto, y tan libre que caí dormido en menos de 5 minutos.

A la mañana siguiente me desperté por la luz del sol, alumbraba directamente a mis ojos.

Cuando me di cuenta de donde, como y con quien estaba me quedé paralizado. Dios, ha sido la mejor noche de mi vida, he dormido con Lily!

Y he dormido abrazandola!

Estuve observandola y acariciando su cabello, cara y espalda hasta que ella despertó.

Alzó un poco la cabeza y me miró con esos preciosos ojos marrones que tienen tanto y tan poco sentido a la vez...

Me sonrió, y entoces...

Sonreí, el agarré de sus manos en mi camisa pasó a mi cuello, rodeó sus brazos en mi cuello y se acercó más a mí.

Yo le acaricié la mejilla con una de mis manos, .manteniendo la otra en su cintura.

--Estas calentito-dijo con una voz tan mona, tan de niña pequeña recién levantada que me dieron ganas de comermela ahí mismo.

--Buenos días a tí también-dije con la voz ronca, típica de recién levantado.

El dulce secreto UleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora