P: El Nombre Perfecto para un Cuervo

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—Y luego... Todos mueren. Fin—

—¿Qué? No, hey, no puedes terminar la historia así, Lizzie—

—¿Porqué no? No es como que a alguien le importe el final de un tonto proyecto—

—No es sólo un proyecto... y... a MI me importa, vamos eres de las chicas más creativas que conozco— Sus ojos se iluminaban al pronunciar cada palabra. En realidad... Sus ojos se iluminaban cada vez que describía a Lizzie de alguna manera, algo que lo delataba pero que por alguna razón ella siempre ha decidido ignorar.

—Tal vez es porque no conoces muchas chicas— Lizzie habla sin despegar los ojos de la libreta, garabateando con el lápiz, haciendo el dibujo de un pequeño cuervo en la esquina de la hoja donde solo ha escrito unas pocas palabras que ha decidido borrar.

—Ese no es el punto...— Responde su mejor amigo, o más bien, su único amigo —...te conozco lo suficiente para saber que eres perfectamente capaz de escribir un libro por tu propia cuenta, así que un pequeño proyecto no debe ser gran cosa, no? ¿Dónde quedó la Lizzie que conozco?—

—Basta, Connor— Ella responde
—Simplemente... la imaginación decidió tomarse unas vacaciones y no tengo ideas, no es una tragedia, tal vez en unos días se me ocurra algo... o... en unas semanas...— Lizzie baja la voz cada vez más hasta llegar a un leve murmullo —... o en unos meses...—

—Ni hablar, no digas esas cosas. Vamos, Lizzie. Dijiste que haríamos un gran equipo juntos—

—TÚ dijiste que haríamos un gran equipo juntos—

La verdad es que, desde que Lizzie conoció "accidentalmente" a Connor Pierce aquel día en la biblioteca de la escuela, nunca pudo librarse de el, lo cual era extraño ya que, gracias a la peculiar personalidad de Lizzie, ningún ser humano había sido tan persistente en intentar conocerla.

Mientras la niña sigue agregando detalles a su dibujo del cuervo en vez de ponerse a pensar en una historia, Connor juguetea con el lápiz, tamborileando con la parte del borrador sobre la mesa, marcando un ritmo que solo vive en su cabeza.
Ahí es cuando se percata de que la atención de Lizzie ha dejado este mundo, enfocándose en el pequeño animal que dibuja y finalmente teniendo la idea que daría comienzo a esta aventura.

—¿Cómo se llama?— Le pregunta Connor a Lizzie, señalando el garabato. Al ver que ella fruncía las cejas intentando ignorarle, el niño reconoció que ella le había escuchado, pero decidió mantenerse callada, por ende, como el buen (terco) amigo que es, vuelve a molestarle con preguntas —¿Tiene un nombre? Deberías darle un nombre, todos tienen derecho a un nombre. ¿Es niño o niña? ¿Qué nombre le pondrías? ¿De qué nombre tiene cara?—

Lizzie levanta su vista.
Sus pecas resaltando con su tez pálida y sus lentes cubriendo sus ojos verdes cuya capacidad de ver no era la mejor. —No tiene nombre—

—Deberías darle un nombre, tal vez... Scott. O ¡Spot! No... eso suena como un perrito, no? Tal vez...—

Lizzie sabía que si no respondía a la petición de Connor este podría pasar horas hablando sobre cuervos o nombres que pudieran usar. Así que respondió, —¡Ya! Se llama... "cuervo", feliz?—

—No— La expresión de su cara hacía obvio que no satisfacía sus expectativas, —Es como si al nacer te hubieran llamado "Humana", no suena correcto... aunque es lo que eres. Se más amable con el pobre cuervo que tu misma creaste—

Entonces la niña dice...
—Sable—

—¿Qué?—

—Sable... Se escribe S-A-B-L-E... se pronuncia... "SEY-BL", satisfecho?—

—¿Dónde vive?— Pregunta Connor con una media sonrisa en su cara.

—Probablemente en un bosque, genio— Responde Lizzie de mala gana, creyendo que solo estaban perdiendo el tiempo, la verdad es que Connor tenía un plan en mente. Y cada palabra que salía de la boca de Lizzie comenzaba a crear un mundo ficticio que se convertiría en un relato fantástico.

Sería bueno que hablara, ¿no es así?— Agrega Connor —Sería muy interesante ver un cuervo parlante—

—...si, sabe hablar— dice Lizzie con toda seguridad y sencillez como si ella misma hubiera hablado con Sable en persona, —Solo que... no le gusta, porque asustaría a las personas que viven en el bosque—

—¿Magia?—

—...quizás— balbucea la niña, terminando los detalles, las sombras, y el ojo del cuervo, dejando de lado el lápiz por un segundo y viendo a su compañero —¿Por qué me vez con esa cara de-?—

Connor la interrumpió de inmediato —¿Crees que las personas saben de la magia del bosque? Si es así, no estarían asustadas al ver un cuervo que habla—

Lizzie no comprendía porqué Connor insistía en esta pequeña "irrelevante" fantasía —Tal vez varios si, varias personas no creen en la magia... unas personas poseen habilidades y poderes mientras que otras... no. Pero eso no significa que afecte en sus creencias—

Entonces, ¿Porqué a Sable no le gusta hablar?—

—...porque nunca se sabe a quién puedes asustar—
La niña responde automáticamente, ni si quiera pensando en las palabras que salen de su boca.
—Por eso prefiere quedarse callado, como las personas esperan que sea... para no cometer ningún error—

—Pero si Sable se arriesgara y hablara con una persona... Esa persona podría alegrarse y ambos podrían tener la amistad del otro—

—...o el odio y el miedo, lo pueden tratar como un error, alguien peculiar y raro, una aberración... y se sentiría mal con el mismo... incluso con la persona a la que aterrorizó al buscar un amigo—

Con eso, Lizzie cierra su libreta.

Perfecto. Solo necesitamos personajes y una trama, ya tenemos el lugar y la idea—

—¿A qué te refieres? Nadie querría leer la historia de un tonto cuervo que inventé de la nada, ni si quiera estaba pensando mucho en ello, tal vez si me esfuerzo más... podría inventar algo mejor...— Dice Lizzie de inmediato.

Connor niega con la cabeza, —Ya haz comenzado, te dije que tenías una gran imaginación. Haremos esto juntos. Trabajo en equipo, no lo olvides—

—...como sea, si el profesor nos reprueba será culpa tuya, después de todo, tu tuviste la idea del cuervo—

—Será culpa de ambos, después de todo... Tu fuiste la que garabateó en la libreta—

El Club de los Escritores PerdidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora