El Castillo de Goldoa era mucho más grande y pintoresco que el de Germoor. Con grandes torres doradas, y tonalidades celestes que parecían diamantes preciosos. Candelabros de cristal, y una luz cálida que irradiaba paz entre el gentío.
Habían cientos de carruajes que venían de todo el reino, desde príncipes y princesas, hasta duques y duquesas... Campesinos, herreros, granjeros y jardineros... todos en el mismo lugar.
Unos se veían mucho más extravagantes que otros, ahí se notaban las diferencias entre las clases sociales. Era claro que había cierta división entre la realeza, la nobleza y la gentuza.
Isabelle, Raven, y Monique (a quien le habían obligado a portar un vestido acorde a la ocasión) estaban cruzando los muros que dividían el reino de Germoor y el reino de Goldoa en un gran carruaje morado y obscuro. A penas se podía ver hacia afuera, y no había nada de visibilidad de afuera hacia adentro.
Las tres se asomaban por la ventana del carruaje, expectantes, —Agh, no puede ser, invitaron a los de Oz— Se quejó Raven.—¿No tenías un exnovio en Oz?— Monique se burló un poco de la Princesa
—No me lo recuerdes. Esas personas están locas...—
—Pero no tanto como las habitantes de Maravillas. Un día tuve una misión ahí, fue una tortura—
—¿Maravillas?—
—Si, el País de las Maravillas... no es tan Maravilloso como lo pintan los historiadores. No te recomiendo ir ahí a menos que desees perder la cordura—
Isabelle tenía que guardar su entusiasmo ante la situación. Estaba en la entrada del castillo del reino donde creció, a punto de entrar a un baile al cual solo soñaba con asistir, usando un precioso vestido amarillo como siempre lo imaginó. Ante la alegría y los nervios, no podía evitar pensar para si misma:
"Si tan solo Rachel estuviera aquí"Si le hubieran dicho a la joven que debía robar comida del mercado para vivir hace unos días atrás que iba a asistir al Gran Baile del Ocaso como si fuera una princesa... seguramente no lo habría creído. Todo parecía irreal,
Un sueño hecho realidad.El conductor del carruaje detuvo a los caballos de pelaje negro como la noche, y abrió la puerta para ayudar a Raven y su compañía a bajar del carruaje, —Majestad— Hizo una pequeña reverencia.
Raven alzó su barbilla con superioridad y bajó de la carroza primero, —¿Y mi madre? ¿No asistirá al baile?— Preguntó directamente al hombre, quien solo negó con la cabeza, —Claro, era de esperarse— Raven hizo muy notoria su insatisfacción por la respuesta, se veía molesta al respecto, pero Isa notó algo más en su cara: Decepción.
Como cuando alguien hace una promesa y no la cumple. Como si de verdad quisiera que su madre esté ahí, pero no lo está. De igual manera, aunque deseaba tocar el tema y conocer un poco más ese lado de la princesa... no tenían la confianza la una con la otra para hablar de este tipo de cosas.
Rápidamente cambió su cara, fingiendo que no le importaba, —Como sea, al menos alguien de la familia se salvará del aburrimiento——Es tan extraño ver a gente de la aldea fingiendo que tienen clase— Monique se burló un poco de la gente a su alrededor, y luego vio a Isa y recordó su situación, —Sin ofender—
—No me ofendo— En realidad, estaba demasiado emocionada como para ofenderse. Vio a un grupo de jovenes que parecían tener su misma edad hablando cerca de la entrada del jardín real. Le daba tanta curiosidad. Estiraba su cuello y alzaba la mirada esperando a que sus ojos conectaran con los de alguien... pero parecía que cada quién estaba demasiado enfocado en su propia pequeña burbuja.
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El Club de los Escritores Perdidos
Fantasy"Un mundo donde los cuentos de hadas son reales, los villanos han ganado en sus respectivas historias y los hijos de éstos tienen el poder, mientras que los héroes caídos viven en la miseria. Un lugar donde los finales felices no existen. Pero todo...