II

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Aquel invierno fue el más crudo y triste de mi vida, aquellos días pasaron  hasta que pronto volvería a ser invierno. No supe nada más de Tomasyn, aun que mi corazón se apretaba cada vez que recordaba su voz inclusive su risa.

Mamá solía decirme que dejase de llorar, no dejaría descansar en paz a su alma. Dejé de llorar y solo guardé ese silencioso y tortuoso lamento para mi solo.

Papá nos había dejado a mamá y a mi ese mismo invierno, tanto no pudo con su pobre corazón ya viejo, por lo que murió, fue doloroso sin embargo ya estaba aceptado a que ellos no iban a estar siempre conmigo y con mamá.

Intentamos seguir adelante, pero de alguna forma era doloroso pensar en que tal vez si la hubiese detenido no habría pasado algo.

Esta misma noche iniciaba aquel ritual de dejar carne al Lobo, aquel maldito lobo.

—¡Elliot! - Chillé soltando una risa mientras me abrazaba y juntaba nuestras bocas y rei sintiendo aquellos copos de nueve en nuestras cabezas, sentí su cuerpo pegarse al mío y un pequeño jadeo escapó de mis labios sintiendo aquel tronco en mi espalda mientras mis manos exploraban el cuerpo de mi amado chico.

Sentí sus músculos contraerse bajo mi tacto y nos separamos con la respiración agitada, mis piernas apretaron su cadera con fuerza y las sentí temblar sintiendo las puntas de mis dedos frias.

—Te amo con mi alma entera. - Musitó mientras besaba mi piel de forma cariñosa y sonreí sintiendo el color llegar a mi rostro. —Debes ir a casa.. - Rei mientras acariciaba su mejilla, sintiendo aquella barba bajo mi tacto. —No tarda en caer el sol.

Lo abrazo mientras soltaba un suave ronroneo.

—Llevame a casa.. - Musité mientras abrazaba su cuello y disfrutaba de aquellos besos, sintiendo como me cargaba perfectamente para ir a la dirección a mi hogar y di un suave golpe en su pecho para detenerlo. —Me refiero a la tuya. Tranquilo, mamá sabe que estaré contigo y sabe que me protegeras.

Arqueó sus cejas mientras yo mordía mis labios y esta vez caminamos en distinta dirección a la aldea. Mis manos acariciaba sus anchos y fuertes hombros, viendo como lentamente aquellas casas desaparecían de mi vista y suspiro de forma suavecita.

El solía vivir alejado de la aldea después de que sus padres habían muerto, teniendo una cabaña alejada de ahí, uno de mis sueños era quedarme en ese lugar, pero claro, solo haría eso si mamá nos daba esa bendición y lo permitiera. Habíamos puesto un acuerdo en que cuanto cumpliera los dieciséis años me dejaría ir.

Dudaba que lo hiciera ahora que estaba sola conmigo, yo tenía diecisiete años ya, pero es cuestión de tiempo aunque ella sane totalmente como yo. Pero aún así pensaba que mamá estaba enloqueciendo de alguna manera ya que decía que veía a mi padre y hermana cosa que era totalmente falso.

Mi mejilla se reposó en su hombro y dejando salir una pequeña respiración al fin y entramos a aquella cabaña, me bajó  mientras me quitaba aquella capa Roja y la dejaba,sintiendo como estaba algo frío el lugar, agradecí de que comenzará a prender un poco de leña así calentarnos,  se quitó aquel abrigo y lo miré acercandome y no dudando en juntar nuestros labios en un lento beso.

Mis dedos frios no tardaron en calentarse. Subiendo sobre el en aquel suave colchón mientras sus manos acariciaron mi piel moviendo mis caderas,  frotando en su entrepierna.

—Por favor.. Hazme el amor -Musité mientras sentía sus manos apretarme y estimularme.

—Voy a comerte. - Ronroneó de forma ronca y sonreí entre sus labios, sintiendo como me quitaba mis ropajes y recorrí sus abdominales de manera lenta.

Sonreí por cada roce que teníamos, incluso ese vaivén entre el y yo era tan magnífico, mi interior lo apresaba mientras movia lento su cadera. Mis manos apretaron sus hombros por cada embestida que tenía y daba dentro de mi, sintiendo esa viscosidad que ambos producíamos.

—Ah.. - Mis mejillas estaban enrojecidas, sus labios apretaron mis pezones y chillo de forma baja.

Incluso había olvidado que era Luna llena, miré sus ojos un poco y sentí su rostro hundirse en mi cuello con cada movimiento fuerte.

Aquel líquido caliente y blanquecino recorrió mi abdomen al igual de sentir aquel de parte de mi novio en mi interior. Suspiro sintiendo mis mejillas tibias y caí en la cama, sintiendo mis piernas temblorosas y respiro agitado.

Besó mi frente, limpiando mis muslos y parte de mi abdomen, lo abracé sintiendo ese sentimiento de seguridad en mi. Sonreí no tardando en quedarme profundamente dormido.

[...]

Extrañamente había despertado solo, el frío comenzaba a hacerse de nuevo presente ya que el fuego se estaba consumiendo y busco a Elliot mientras sentía mi corazón acelerado mientras me vestía con rapidez.

Abri lento la puerta, viendo aquella luna iluminar aquel bosque, cerré la puerta teniendo miedo y evité pensar cosas.

No tardaron varios minutos en que la puerta fue abierta y ví a mi novio, haciendo que mi respiración saliera de nuevo.

—¿Donde estabas? - El me miró arrugando sus cejas.

—Fui por un poco de leña - Susurra y me abraza, y ví una mancha carmín en su ropa. —Y algo de comer, debes tener hambre —y me relajo separandome de el.

—¿Como se te ocurre salir? El lobo—

—El Lobo no aparece cerca de aquí. - Dice mirándome a los ojos, y solo lo apreté a mi. —Perdón por irme así pero estabas durmiendo, lo siento mi amor.

Se separó totalmente dejando aquella hacha a un lado y viendo su mano un poco lastimada. Suspuse que fue mientras cortaba aquellos troncos de madera.

—Vamos, te prepararé algo con carne y verduras.

[...]

—¿Donde te encontrabas pichoncito? - Aquel hombre me miró, su rostro se veía más pálido y tuve un sabor amargo en mi boca. —¿Estabas con el leñador, no es así?

Escuché varios murmullos sin embargo noté una cosa y era más carne en las afueras de las cabañas.

Asenti apenas un poco extraño y el bajó la cabeza.

—Debes ocultarte, el lobo atacará.. Habrá Luna de sangre.. No sabemos cuantos días.. Y —

Corrí hacia donde era mi hogar y solté un pequeño grito cubriendo mi boca.

—Mamá - Susurro y sentí aquel sentimiento llenar mi pecho de nuevo. —No, no, no.

Mamá estaba en la cama, sin embargo con signos de haber sido atacada por aquel lobo y sollozo cubriendo mi boca tomando sus delgadas y pálidas manos.

—Mataré a ese maldito lobo- Susurré mientras sentía amargas lágrimas recorrer mis mejillas —Por mi hermana, por mi padre y por mi madre.

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𝗥ojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora