Aquel joven leñador miraba un punto fijo bebiendo de aquella taza de café caliente, escuchando aquellos murmullos en su espalda, arrugó su nariz en forma de molestia y llevó sus manos a su frente, tirando de esos negros cabellos alargados.
Escuchaba esos murmullos de su dulce novio además de que el de igual manera estaba en la boca de las personas ena aldea.
Gruñó de forma molesta y dejó a un lado aquella taza humeante, sintiendo su lengua quemada por aquello y suspira.
—Eres el novio, eh. - Soltó una mujer, sus ojos color miel y cabellos rojizos le miraron de manera atenta y Elliot arrugó sus cejas afilando su mirada. - ¿No crees por que es la razón en que el lobo lo busca es por que esta metido en.. - fue interrumpida por aquel golpe en el la mesa de madera por parte de el leñador.
—Ni te atrevas a inventar más rumores de lo que ya hay de Adriel. - Masculló con voz ronca y molesta. —El no a hecho nada, es más inocente que todos en esta estúpida aldea.
Sus oscuros ojos le miraron de manera amenazante, tanto que la mujer respingó y se quedó en silencio.
—Dices que es inocente. - Escuchó una voz, sonaba más anciana y miró al contrario. —¿Por qué confiar en la palabra de un simple leñador?
Elliot, ya molesto no respondió, mirando a un lado, donde se encontraba su novio quien estaba envuelto en varias mantas gruesas, deseando llevárselo lejos de ahi.
Sus ojos se oscurecen sintiendo esa molestia al seguir escuchando esos murmullos, mordió sus labios de forma lenta.
—¿Darias tu vida por el? ¿No es así? - Musitó aquella joven, mirando al leñador de manera atenta. —Muchos dudan también. Que eres capaz de cualquier cosa.
El pelinegro ignoró a la chica, fijando su mirada en su novio.
—Daría mi vida si es necesario para mantenerlo bien a salvo y alejado de ustedes malditas serpientes. - Soltó haciendo que la chica jadeara ofendida y acomodó su cabello de forma caprichosa levantándose y acomodando su abrigo.
El contrario solo miró de manera neutra a su alrededor escuchando como alguien más entraba, causando que un pequeño escalofrío recorriera su espalda baja.
Sus ojos chocan con unos color zafiro, cabellos tan rubios y piel tan blanca como aquella nieve que había afuera.
—Vengo a hacerle un par de preguntar al chico. —Musitó de forma seria—¿tu lo encontraste no es verdad? ¿Que hacías en ese lugar y casualmente donde tu novio fue atacado?
El leñador arrugó sus cejas.
—Fui a cortar, necesitan y necesito leña para mantenernos calientes en estas ventiscas, volvería en un día tal vez si no fuera por que mi pareja estaba en peligro. - Soltó rápido.
—No confío en ti, leñador. - Masculló.
—Nadie lo hace. - Sonrió un poco de una manera socorrona. —¿crees que alguien confiaria aquí? Vamos, ni el mismo lobo lo haría. Deberían irse, la noche no tarda en caer y sería muy lamentable otra muerte posible.
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