VIII

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Bebí despacio aquella sopa, sintiendo esta recorrer mi sistema y pasé saliva de forma lenta sintiendo ese sabor de la sopa y alzo la mirada cuando escuché la puerta. 

—¿Si? - Murmuré lo suficiente alto.

Después de que deja de entrar a alguien me miro de forma atenta siendo como me da un trozo de carne de cordero y sus ojos me miraron de manera fija causando que mi espalda recibiera un escalofrío.

Uhg.

Sus ojos me miraron y agradezco extrañado cerrando la puerta, viendo como repetía aquella carne y suspiro tocando mi mentón.

Miré como faltaba agua y me levanté, cubriendo mi cuerpo mientras caminaba por la aldea, escuchando esos murmullos a mi alrededor y  forma lenta caminé tomando aquel cubo, agradecido de que este no estuviera congelado.

Ví como aquel padre que había llegado ya hacia semanas y lo miré una forma atenta  abrazando ese cubo caminando de vuelta a mi casa.

—¡Adriel! - Escuché como me habló y me quedé en silencio unos segundos.

—¿si? - Lo miré.

—Soy el padre Lisandro —Se presentó y me enderecé . —Me gustaría hablar de algunas cosas contigo.

[...]

En total silencio lo miré, cruzandome de brazos.

—Tengo entendido que eres de los pocos donceles aquí. - Comenzó tomando mi mano y la retiré con rapidez de forma desconfiada.

Pasé saliva y entrecerré mis ojos unos segundos.

—¿Si? - Repitió.

Dudando asenti mientras me abrazaba y sentía un escalofrío recorrer mi espalda.

Los hombres se mantuvieron a ambos lados de aquel hombre y toqué mi vientre, sabiendo que yo podía traer un bebé al mundo en un futuro lejano, si es que pasaba,dudando apenas sintiéndome amenazado.

—¿Que tiene que ver con el lobo? - Indago mirándolo con ojos atentos, levantándome.

El sonrió y arrugo mi nariz.

—El lobo te busca de alguna forma, no sabemos y es extraño ver que existan donceles, es peligroso. - Soltó en respuesta. —Me preguntaba si quería ir conmigo a otra aldea, tal vez una más grande donde no existen este tipo de problemas y tomarte en Santo matrimonio. 

—¿Qué? - Solté de forma rápida mientras temblé.

—Estarías a salvo.

Alcé la barbilla tomando aquel cubo y caminaba lejos de el.

—Tengo un hombre a quien pertenezco, no deseo, no quiero estar contigo. - le miré. —Me permiten.

Me levanté de esa forma rápida, mientras caminaba a donde fue mi hogar, viendo a Elliot llegar con un poco de leña y lo miré, el me miró de forma extraña a mi comportamiento.

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