Escuché aquel aullido, bajé la mirada arriconandome en aquella esquina, cubriendome con esa manta y metiendo un poco de carne a mi boca que había hecho antes mi novio. Quería que estuviera conmigo. Escuché varias quejas afuera de parte de los aldeanos, abrazando mi abdomen temblé.
—¡Hoy le daremos muerte al lobo! - escuché una voz, aguanto la respiración esperando a escuchar a mi novio sin embargo no lo escuché y pasé saliva de forma lenta.
—Esa cabeza estará colgada en la entrada de nuestros hogares. -Pasé mis manos por mi rostro y me levanto abriendo despacio la puerta, no viendo a mi novio y la cerré con fuerza.
¿Donde estaba Elliot?
Aguanto un chillido al escuchar como abren mi puerta de un golpe, viendo a una chica entrar y me miró.
—Debemos irnos. - Susurra y dudoso dejé que tomara mi mano y corrimos fuera, viendo como varios hacían lo mismo que yo.
El fuego era increíblemente grande frente a mis ojos y pasé saliva de forma lenta corriendo entrando a aquel bosque, quedándome quieto, viendo que mi novio no estába conmigo, queriendo regresar y aquella chica apretó mi brazo.
—Los hombres adultos y cazadores están allá, todo está bien, debemos escondernos..
Niego y tiró con fuerza, quise llorar de frustración y corrí perdiendome en aquella oscuridad y entre la nieve sintiendo aquel frío chocar en mis huesos y apreté aquella capa mientras jadeaba.
Escuché aquel fuerte aullido, seguido de otro aún más fuerte y temblé sintiendo un escalofrío.
—¿Que sucede? - Pregunta asustada, llegando donde habían más personas, solo me acerco en silencio abrazando mi cuerpo sintiendo aquellas náuseas por tanta presión que sentía.
Me mantuve un poco alejado, mirando a un punto en específico recordando aquellas palabras que me había dicho el lobo.
¿Si me entregaba a el dejaría en paz la aldea?
Escuché como aquellas pisadas se hicieron presentes caminando con rapidez hacia donde estábamos y retrocedi a punto de correr y ví a mi novio, no dudando en correr hacia el temblando.
—¿Estas bien? —Susurra, su pecho subía y bajaba con rapidez , minutos después se acercaron los hombres.
—Lo perdimos —Soltó uno y miró confundido a mi novio. —¿Donde estabas leñador?
Mi novio se quitó su abrigo para colocarlo en mis hombros sintiendo aquel calor comenzar a hacerse presente.
—Lo ví, fui tras el, antes que ustedes se dieran cuenta.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.