VII

882 121 5
                                    


Escuché aquel aullido, bajé la mirada arriconandome en aquella esquina, cubriendome con esa manta y metiendo un poco de carne a mi boca que había hecho antes mi novio. Quería que estuviera conmigo. Escuché varias quejas afuera de parte de los aldeanos, abrazando mi abdomen temblé.

—¡Hoy le daremos muerte al lobo! - escuché una voz, aguanto la respiración esperando a escuchar a mi novio sin embargo no lo escuché y pasé saliva de forma lenta.

—Esa cabeza estará colgada en la entrada de nuestros hogares. -Pasé mis manos por mi rostro y me levanto abriendo despacio la puerta, no viendo a mi novio y la cerré con fuerza.

¿Donde estaba Elliot?

Aguanto un chillido al escuchar como abren mi puerta de un golpe, viendo a una chica entrar y me miró.

—Debemos irnos. - Susurra y dudoso dejé que tomara mi mano y corrimos fuera, viendo como varios hacían lo mismo que yo.

El fuego era increíblemente grande frente a mis ojos y pasé saliva de forma lenta corriendo entrando a aquel bosque, quedándome quieto, viendo que mi novio no estába conmigo, queriendo regresar y aquella chica apretó mi brazo.

—Los hombres adultos y cazadores están allá, todo está bien, debemos escondernos..

Niego y tiró con fuerza, quise llorar de frustración y corrí perdiendome en aquella oscuridad  y entre la nieve  sintiendo aquel frío chocar en mis huesos y apreté aquella capa mientras jadeaba.

Escuché aquel fuerte aullido, seguido de otro aún más fuerte y temblé sintiendo un escalofrío.

—¿Que sucede? - Pregunta asustada, llegando donde habían más personas, solo me acerco en silencio abrazando mi cuerpo sintiendo aquellas náuseas por tanta presión que sentía.

Me mantuve un poco alejado, mirando a un punto en específico recordando aquellas palabras que me había dicho el lobo.

¿Si me entregaba a el dejaría en paz la aldea?

Escuché como aquellas pisadas se hicieron presentes caminando con rapidez hacia donde estábamos y retrocedi a punto de correr y ví a mi novio, no dudando en correr hacia el temblando.

—¿Estas bien? —Susurra, su pecho subía y bajaba con rapidez , minutos después se acercaron los hombres.

—Lo perdimos —Soltó uno y miró confundido a mi novio. —¿Donde estabas leñador?

Mi novio se quitó su abrigo para colocarlo en mis hombros sintiendo aquel calor comenzar a hacerse presente.

—Lo ví, fui tras el, antes que ustedes se dieran cuenta.




Leo teorías

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Leo teorías.

𝗥ojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora