—Seungmin, ¿Quieres...quieres vivir conmigo?
Seungmin lo observó en silencio, era muy temprano por la mañana para procesar la pregunta de Hyunjin, no con ese grado de importancia.
—Yo...—no se hizo el desentendido, había escuchado bien. Seungmin se encogió en el lugar, a pesar de haber oído a la perfección y haber generado la pregunta escrita mentalmente, no sabía qué responder—Me agarraste por sorpresa.
—Lo siento—lo tocó de inmediato al ver la expresión vulnerable de Hyunjin, acariciando su mejilla con cariño. Seungmin quiso llorar, además de Jiwoo, nadie nunca se había preocupado tanto por él, ni siquiera su madre que lo veía una vez al año cuando venía a visitar a Yejun.
Hyunjin era un ángel caído del cielo.
—No lo sientas—juntó sus frentes con calma, su corazón latía lento y pausado, aún teniendo que formular una respuesta a la importante pregunta de Hyunjin, el hombre de en frente le daba una seguridad y familiaridad que lo hacía mantenerse en calma, ya sean los sonidos en paz de su respiración o los roces de su movimiento—No deberías disculparte por preguntarlo.
—Bueno, lo hago—Hyunjin lo obligó a separarse—Porque aún no respondes, y asumo que es negativo.
Seungmin no habló.
—Está bien que rechaces la propuesta, debes tener una justificación—sintió sus piernas temblar, la herida de sus manos de pronto dejó de dolor, nada dolía cuando los gestos y palabras de Hyunjin expresaban una sinceridad que Seungmin nunca vio, no dirigida hacia él—Y yo lo entenderé si me la dices.
Seungmin lo besó, lo besó tanto y a la vez tan poco que no fue suficiente. Le apretó las mejillas queriendo sumergirse en lo que era el amor que Hyunjin sentía, quería ser parte de él y de todo lo que aquello abarcaba.
—No sabes las ganas que tengo de decirte que sí—en su mente se repetía "¿Y por qué no lo dices?"—Pero no quiero ser un problema para ti.
—Te dije que nunca serías uno, además, tus problemas ahora son los míos—Hyunjin le tomó una de las manos, llevándola directo a su pecho. Seungmin sintió los latidos a través del tacto, pero eso no era lo que el pelinegro quería demostrar, lo que quería era transmitirle que ese lugar le pertenecía. El más bajo se sonrojó de forma violenta, el calor vino tan de pronto a su rostro que se sintió quemar por dentro—Mis intenciones contigo son serias, quiero cuidarte, respetarte, amarte.
—Yo también quiero hacer lo mismo contigo—admitió en busca de aire, le sofocaba la magnitud de sentimientos recorriendo su estómago, yendo y viniendo la ola de emoción. Hyunjin estaba siendo malditamente hermoso, y Seungmin no sabía qué había hecho para merecerlo—Quiero...formar una familia a tu lado—se humedeció los labios sediento—Nuestra familia—corrigió después de sonreír.
—¿Entonces por qué no me permites serlo?—el puchero de Hyunjin le rompió, habían demasiadas cosas que aún le quedaban por solucionar para comprometerse oficialmente con el abogado, como su trabajo, sus crisis, Jiwoo. No sería injusto para Hyunjin cargar con el peso de sus heridas sin cicatrizar, Seungmin quería ser lo más justo y responsable.
—Porque cuando me entregue a ti, sólo quiero dedicarme a amarte—bajó la cabeza avergonzado, no había querido que sonara tan cursi pero lo hecho hecho estaba—No quiero pensar en lo que pasará de Jiwoo en cuanto me vaya, no quiero volver al mismo sitio mental de sentirme mal todo el día, no cuando tengo un hijo y una pareja que necesita que también sea firme para él—Hyunjin iba a hablar, pero Seungmin se adelantó—Y no, no debes ser fuerte por los dos, Hyunjin, los dos necesitamos ser fuerte para nuestra familia—tragó nervioso, sería mentira si dijera que no lo había pensando con anterioridad, una vez en una noche de insomnio imaginó el qué pasaría si con Hyunjin avanzaran al siguiente nivel, qué haría y cómo lo afrontaría, y ahí estaba el momento, justo en la punta de su pies—Que te diga que no en este momento no significa que sea definitivo, amor.
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𝐥𝐢𝐤𝐞 𝐟𝐚𝐭𝐡𝐞𝐫 𝐥𝐢𝐤𝐞 𝐬𝐨𝐧/ʰʸᵘⁿᵐⁱⁿ
FanfictionDe tal padre, tal hijo. Yejun y Ha-eun se odian, tanto que se tiran las mechas en la guardería. Seungmin y Hyunjin no pueden ni verse cuando van a recoger a sus hijos en la tarde, las ganas de lanzarse uno encima del otro no las puede apagar ni el a...