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Hyunjin peinó el cabello de su hija, últimamente a Ha-eun le gustaba usar pequeños moños de colores. El mayor aprendió a la mala a peinar a la pelinegra, al inicio solo le hacía colitas ya que Eun no se preocupaba mucho de su apariencia, pero ahora que estaba más grande cada vez le exigía cosas que Hyunjin no estaba preparado para entregar u afrontar, criar a una niña de cinco años solo era realmente agotador. La mayor parte del tiempo se la pasaba educando correctamente a Ha-eun, sobre todo en modales, su hija era muy introvertida y su carácter bastante fuerte, Hyunjin decía que no sabía de dónde había heredado tal personalidad, pero todos sabían que su padre era exactamente igual. 

——Papi, hoy quiero usar la cinta verde, con el traje verde que la abuela me regaló—Hyunjin frunció el ceño tratando de recordar el vestido nombrado, con el cambio de estación aún no lavaba la ropa de otoño.

—Tendrá que ser otro día, princesa—Ha-eun jugó con sus dedos decepcionada—No estés triste, te ves hermosa con lo que vistes ahora—ambos se miraron al espejo, observando con orgullo lo bonitos que ese día se veían, Hyunjin lucía un costoso traje negro a la medida mientras que Ha-eun una jardinera de mezclilla con una sudadera amarilla, resaltando sus finas facciones. Hyunjin cada día le rezaba a Dios para que su hija no fuese tan hermosa, llegarían los niños en fila y él con gusto los patearia, nadie nunca podría merecer a Ha-eun.

—Es cierto—Hyunjin sonrió, siguiéndola por el pasillo de la casa—Papi...

—¿Qué pasa?—agarró su bolso con cuidado de no arrugar su traje, hoy tenía un importante reunión, le entregó la mochila a su hija impaciente, estaban un poco tarde para el jardín.

—Hoy irás al ensayo ¿verdad?—Hyunjin se detuvo en la entrada, queriendo golpear su cabeza contra la pared, había olvidado por completo la llamada que recibió hace un par de días de la profesora de Ha-eun, pidiéndole (por obligación) que participara en el acto del jardín vestido de un plátano para fomentar la alimentación saludable en niños. Hyunjin se negó muchas veces, aún más cuando le dijeron que el otro chico del cual no sabía el nombre también iba a participar como castigo a lo ocurrido del Lunes. Había algo en esa fastidiosa mirada que le provocaba rechazo, quizá el bebé que tenía por hijo que molestó o Ha-eun, o simplemente la actitud del azabache le irritaba como nadie más en años—¿Papi?

Hyunjin miró a su pequeña apenado, cuando le contó que sería un plátano y que bailaría una cursi canción infantil ella se emocionó mucho, rió y saltó por toda la casa. Rara vez veía a Ha-eun comportarse como una niña de su edad, y verla feliz le animó a hacer el ridículo.—Claro, no me lo perdería por nada. 

La pelinegra le sonrió satisfecha, tomando sus manos entre sus pequeños dedos—No quiero que papi pelee con el chico bonito de nuevo. 

¿Qué? Hyunjin la miró confundido, Ha-eun sonreía tímidamente, sus mejillas se tiñeron de rosado, avergonzada. Se agachó a su altura olvidando su elegante traje, se acercó a su hija y la miró asustado, su princesa no podía encontrar "bonito" al irritante hombre de la guardería, era todo lo contrario, era....—¿Disculpa, Hwang Ha-eun?

Su hija rio divertida, huyendo de la perplejidad de su padre, Hyunjin en cambio quedó casi sentado en el suelo pensando en los confesado por la menor, claro que su hija podía encontrar lindos a chicos o chicas, era normal, pero que justamente lo hiciera con ese. Aah, le estresaba, ni siquiera era tan atractivo, los ojos de perrito no eran un rasgo que a Hyunjin le encantara, es más, rechazaba la ternura de las personas adultas. Solo su hija era tierna. 

—¡Papi ya es tarde!—Hyunjin despertó de su pequeña nube de pensamientos, asintió apurado y salió de la casa con las llaves del auto en la mano. Solo esperaba no encontrárselo, los días pasados había alcanzado a llegar antes, aunque lo vio por el espejo del auto cuando el azabache llegó con su hijo en brazos, admitía que sentía un poco de curiosidad por el sujeto; se veía joven y solitario cuando entregaba a su bebé en brazos de las profesoras, mirando con tristeza y cariño como se lo llevaban fuera de su vista. Hyunjin recordó esas veces en las que Ha-eun comenzó a asistir al jardín, tenía mucho miedo de dejarla ir, era un miedo que aún tenía presente pero lo ocultaba con fuerza, su hija debía aprender a estar sin él, y la mejor forma de enseñarle era dejarla unas horas con otros niños y personas para que pudiera aprender y disfrutar de su niñez sin la necesidad de tener a su padre sobre ella en cada momento. 

—Bom bom booom—tarareó Ha-eun, concentrada en la canción que sonaba en la radio, Hyunjin sonrió enamorado, la amaba tanto.

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Hyunjin salió de la oficina corriendo directo al estacionamiento, sin darse cuenta la reunión se había tardado treinta minutos más de los acordado. Revisó su teléfono fijándose en que tenía un mensaje de la profesora de Ha-eun, le pedía que por favor llegara pronto ya que los demás padres ya habían comenzado a ensayar la canción. Hyunjin quiso lanzar su teléfono al suelo, bien poco le importaba lo que estaban haciendo los demás. 

Hazlo por Eunnie, hazlo por ella...

Entró al auto suspirando con paciencia, ya estaba a un paso de llegar.—No me puede pasar a mí—susurró cuando el motor no encendió, lo intentó de nuevo, una y otra vez hasta que se recostó agotado en asiento—Mierda—por más que se repitiera que la vida no lo odiaba, sino que por coincidencias de la vida algunas cosas no funcionaban como él quería, quería gritarle al mundo que estaba agotado. Salió del auto enojado, trató de pedir un taxi pero se demorarían unos veinte minutos en llegar ya que era horario punta y todos estaban ocupados, Hyunjin miró a los lados mientras caminaba a la salida del edificio, soltó un par de groserías cuando confirmó que no había nadie cerca. 

La guardería no estaba tan lejos, solo debía correr unos quince minutos o subirse a un bus público. Hyunjin se dio aplausos imaginarios, animándose. A los cinco minutos de caminar entre cientos de personas llamó a hermana, si estaba libre podía venir a recogerlo cuando saliera del estúpido ensayo de baile, su casa estaba muy lejos para llevarse a Ha-eun en brazos. 

—Sí puedo, nunca dejaría a mi querida sobrina tirada en la calle—Hyunjin exhaló agradecido, esquivando un par de señoras que se quedaron paradas en medio de la vía.—Por cierto, buena carrera—y cortó. El pelinegro arrugó la nariz, su hermana como siempre tan cariñosa y empática. Avanzó unos semáforos más sintiendo el cansancio, parecía que por mucho que caminara no estaba ni cerca de la guardería, se le hacía un camino interminable.  Escuchó su teléfono sonar de nuevo, lo sacó de sus pantalones deteniéndose unos segundos ante una hilera de ambulancias, el hospital  provocaba mucho tránsito. 

Era una de las profesoras, Hyunjin no escuchó lo que decía, una ambulancia había parado justo a su lado.

—Lo siento, no logro escuchar nada—habló entre el ruido, dio unos pasos viendo con cuidado a ambos lados de la calle, habían muchos vehículos—¿Hola?—dobló una esquina.

Luego su teléfono salió volando, estrellándose en el suelo junto con su dueño y un apresurado azabache cayendo sobre él. Ambos se removieron adoloridos, la respiración de Hyunjin se mezcló con la del chico,  confundido y acelerado, las manos del contrario se movían sobre su pecho queriendo ponerse de pie pero Hyunjin tenía sus piernas enredadas con las del sujeto. Escuchó a lejos a unas personas preguntar si estaban bien, pero las ignoró pendiente de quitarse el pesado cuerpo del tipo.

—¡¿Se encuentra bien?!—cuando pudieron separarse, Hyunjin se pasó las manos por la cabeza con dolor, el chico se acercó preocupado, gateando a su lado—¿Le duele algo? Déjeme ayudarlo, no fue mi inten...

¿Tan mala suerte debo tener? pensó viendo a la persona que menos quería tener cerca.



𝐥𝐢𝐤𝐞 𝐟𝐚𝐭𝐡𝐞𝐫 𝐥𝐢𝐤𝐞 𝐬𝐨𝐧/ʰʸᵘⁿᵐⁱⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora