Consciencia

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Los labios se le habían hinchado y sus pupilas grisáceas se encontraban dilatadas y firmes ante la imagen que tenían enfrente, estaban plenamente fijas en su cuerpo hincado entre sus piernas mientras solapaba con delicadeza el borde de su fino mentón. Había hecho que sangrara nuevamente al haber sido demasiado brusco con ella, le dolía el labio, podía sentir que la herida se abría dando paso a la sangre caliente que emanaba de sus tejidos.

— Me disculpare enseguida — lo escucho decir entre el sueño y la vigilia. Le pesaba la cabeza, los ojos se le cerraban, pero un ardor imparable le inundaba el pecho impidiéndole que cerrara los ojos totalmente.

"Fue su culpa"

Escucho a sus memorias hablarle y quiso empujarlo con todas sus fuerzas, pero no pudo, su cuerpo rechazo su orden y al contrario de golpearlo, lo acaricio. Dejo que sus suaves dedos desalojaran de su boca el líquido rojizo, y que pasara por sus mejillas sonrosadas sus duros, pero a la vez suaves nudillos.

— ¿Está cansada... cadete? — susurro sigilosamente al pasar su pulgar por su labio inferior que rebosaba en su boca.

— Lo estoy — respondió y sin control su cuerpo se acomodó haciendo que sus rostros estuvieran a una distancia muy corta.

— ¿Quiere dormir...? — pregunto con el mismo tono y vio como los vellos de la piel se erizaban en el cuerpo de la mujer que no tenía conectados todos sus canales.

— Si... capitán — susurro y Levi noto como la pelinegra se acercaba sin reservas hasta su rígida boca.

Consideraba un fastidio todo lo que sucedía con la pelinegra y sus cambios de humor, a veces quería golpearlo, quería herirlo con una botella y en momentos solo notaba como Moria por arrojarse sobre sus labios y beber de ellos con hambre y placer. Pero no podía culparla, no parecía una mujer fácil de seducir, seguía envuelta en el éxtasis de aquella bebida y sus efectos tan... desagradables. Se preguntaba la cantidad de líquido que había ingerido como para que aquellos efectos no hubieran disminuido en absoluto, aun le sudaba la piel, aun respiraba agitadamente, aun veía sus manos querer acariciarlo, aunque sus ojos mostraran el verdadero desagrado que por el sentía.

Mikasa lo acaricio y el permaneció quieto abriéndole paso a que tomara de el lo que quisiera si eso iba a ayudarla a mejorar. No se movió, no cambio su posición, permaneció hincado entre sus piernas totalmente consciente de que sus labios comenzaban a soplar bajo su marcado mentón. Tenía las manos frías, pero transpiraban, sentía la ligera capa de sudor sobre sus pectorales que comenzaban a tener su atención.

Pero sus manos no solo eran frías... también eran rápidas y para cuando se dio cuenta aquella mujer ya recorría sus muslos con una fuerza demandante y salvaje. Suspiro, y sintió culpa por ello, la joven no sabía realmente que hacía y mucho menos a quien se lo hacía.

El hombre tenía las manos cerradas en dos puños reposando en la parte baja de su espalda, y el rostro inclinado al cielo, mostrando así una posición sumisa, fuera de él, totalmente ajena a su carácter dominante y salvaje. Pero era un hombre al fin y al cabo y sin importar cuanto disfrutara de las caricias que aquella le propinara, no se dejaría llevar, no la tocaría, ni la olería en lo más mínimo.

El silencio llego y apenas sintió sus manos alejarse de su abdomen pudo llenar de nueva cuenta sus agitados pulmones, sin embargo, no tuvo el tiempo suficiente para respirar como hubiera querido, porque aquella inquieta mujer volvió a hablar.

— Quiero besarlo — confeso la ojigris y Levi sintió un vuelco en su estómago ante aquella petición.

La luz lunar entro escandalosa por el ventanal y le mostro un rostro inocente y plenamente sonrosado frente a él que parecía querer devorarlo en cualquier momento. Levi respiro con pesades, no era una persona muy segura en esas situaciones... la veía suspirar mientras pasaba su lengua por su labio superior a la par de que sus manos solapaban su delgado camison invitándolo así a pecar con ella, tal como paso la noche anterior en la que llego desnudándose apenas y paso la puerta.

Perfidia y deseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora