"𝓜𝓪𝓰𝓲𝓬𝓪𝓵 𝓒𝓻𝓮𝓪𝓽𝓾𝓻𝓮𝓼"

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Katsuki no pudo dormir

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Katsuki no pudo dormir. Después de que aquel hombre le dijera eso, no pudo cerrar sus ojos y soñar con los famosos angelitos.

<< — Soy Izuku. Izuku Midoriya y... Estoy realmente hambriento. >>

En realidad aquellas palabras no eran la gran cosa, cualquiera tiene hambre, sobre todo en el frío. Pero fue la forma, su tono de voz, lo que lo hizo alarmarse y alejarse, de manera disimulada, de aquel hombre que decía ser en realidad alguien joven.

Ahora se encontraba viendo fijamente la espalda de aquel viejo descarado. A pesar de que le había dicho que no era necesaria su compañía, el viejo insistió en acompañarlo. Según el, para que ninguna bestia lo atrape en medio camino.

Resignado, y sin ánimos de discutir, terminó aceptando la compañía del peliverde. Y, para su sorpresa, el viejo no era tan mala compañía. Hablaba mucho, pero de cosas interesantes, o quizás no lo eran, pero para alguien como él rubio, que vivió encerrado en su castillo, cualquier historia era interesante.

El joven príncipe no se arrepentía de su decisión, pues, si este camino de por sí ya era largo, no se imaginaba como era el otro. Aunque también estaba el hecho de que por eso conoció al viejo descarado, el cual, para ser sinceros, le empezaba a caer bien.

No sabe si es por sus fantásticas historias, o por la extraña aura que lo rodea. Podía sentirla, tal y como había leído en sus libros.

Aun así, no podía evitar dejarse llevar por aquellos cuentos, relatos, poemas, y dibujos que él pecoso suele hacer en la nieve. Relatos de cómo era el otro lado del mundo, y de que además de simples personas, existían criaturas mágicas. Dragones, hadas, sirenas, bestias, toda clase de ser mágico oculto de los ojos humanos.

Como era de esperarse, el príncipe no le creyó esas historias, pues sólo había leído de criaturas mágicas en los libros para niños.

— Te lo digo en serio, princesa. En este mundo existen criaturas de todo tipo, seres mágicos capaz de conceder deseos, como también bestias deseosas de sangre.

— ¿De verdad?. Y según usted, como son esa clase de "criaturas sedientas de sangre".

— Mira — agarró un rama, se puso en cuclillas y empezó a dibujar en la nieve —. Hay de varias clases, unas superiores a otras. Primero están los vampiros, seres de apariencia humana, pero con colmillos, orejas punteadas, ojos de colores peculiares y belleza hechizante. Son inmortales, y para poder alimentarse suelen usar sus encantos para atraer bellas jovencitas. Mientras más jóvenes y puras mejor.

— Vaya, hasta los "vampiros" son superficiales — ironizó, poniendo sus ojos en blanco.

— No, princesita. Los vampiros necesitan la sangre de jóvenes puras para mantenerse jóvenes, atractivos, alargar su tiempo de vida aún más, y sobre todo porque dicen que la sangre suele saber mejor.

𝔈𝔩 𝔓𝔯𝔦𝔫𝔠𝔦𝔭𝔢 𝔜 𝔈𝔩 𝔏𝔬𝔟𝔬 𝔏𝔩𝔬𝔯𝔬́𝔫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora