❄︎ 𝒯ℴ𝓇𝓂ℯ𝓃𝓉𝒶 𝒹ℯ 𝓃𝒾ℯ𝓋ℯ ❄︎

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Al día siguiente el cuerpo del príncipe ardía en fiebre.

El hombre, que al despertar cayó en consciencia de sus actos, volvió corriendo a la cabaña con el príncipe en brazos, con su corazón latiendo a mil por el estado en el que se encontraba el pobre joven.

Era de esperarse, Katsuki estuvo en contacto con la fría nieve, con el viento golpeando su sudoroso cuerpo.

En cambio Izuku tenía una mata de pelo y defensas altas para no caer enfermo, es más, como la bestia que es, jamás cayó enfermo.

A pesar de todos sus intentos, la fiebre parecía querer empeorar, sin dejarle más opción que ir al pueblo.

Todo parecía ir en su contra.

Su joven amante enfermo, una tormenta de nieve queriendo formarse y posibles cazadores.

Pero no podía darse por vencido, Katsuki podría morir si su fiebre seguía en aumento. No sería la primera vez que ve a alguien morir de esa manera.

— Dulzura... Volveré pronto, por favor no te levantes de cama y salgas afuera.

El joven príncipe no pudo responder, la voz a su lado se oía tan lejana y sus ojos pesaban. El hombre solo pudo morder su labio ansioso, le dio una beso en la frente y salió de la cabaña a pasos apresurados.

No podía correr el riesgo de cambiar a su forma lobuna, así que tuvo que correr contra la pequeña tormenta que parecía querer empeorar.

El camino al pueblo jamás se sintió tan largo y cansador, es más, jamás en su vida había sentido tanta ansiedad al ver que la mayoría de tiendas que venden hierbas medicinales estaban cerradas por la tormenta.

— ¡Atención, atención! — afino sus oídos al oír la voz del guardia, viendo que traía una pergamino en mano — ¡Su majestad anuncia que la recompensa por encontrar a su hijo, el príncipe, aumenta!

— ¡Cualquier información de su paradero será bien recompensada de igual manera!

Los pocos aldeanos y cazadores que estuvieron atentos al anuncio, empezaron a murmurar entre ellos.

— ¿Te enteraste?...

— ¿Que cosa?

— Anoche unos cazadores juraron ver una bestia atacando a un joven de hebras rubias... Rubias, amigo.

— No puede ser... Entonces lo más probable es que el príncipe...

— Este muerto.

— ¡No digan barbaridades! Si el rey los escuchase, sus cabezas estarían rodando en una cesta.

— ¡Hay que ser realistas! Lo más probable es que un joven como el príncipe, un niño que estuvo encerrado en su castillo toda su vida, sea incapaz de sobrevivir en las afueras.

— Denki tiene razón, mujer, el niño jamás vio lo peligroso que puede ser el exterior... Con sólo oír las historias que salen de ese bosque.

— Caray, que pesimistas salieron. Alguien como el príncipe no pudo haber huido a lo oscuro del bosque sin compañía.

— ¡Pero y la bestia!-

— Cuentos para asustar a los niños del pueblo.

— No lo sé mujer, hay muchas cosas que no sabemos de este mundo. Recuerda a ese joven de cabellos y ojos rojos, ¿No recuerdas como era su piel en la parte de sus hombros y espalda?

— ¡Parecían escamas!

— Pudo ser... ¡No lo sé! Quizás nació así por una enfermedad. El caso es que el príncipe no pudo escapar solo, además tengo información.

— Habla entonces.

— Verán, en el bosque hay...

Izuku dejo de escuchar cuando a lo lejos vio a una mujer vieja acomodar en el piso un montón de plantas que, con su olfato, puedo distinguir que eran plantas medicinales.

Corrio hasta ahí, sin ver como aquellos cazadores se adentraban al bosque a pasos apresurados.

Corrio hasta ahí, sin ver como aquellos cazadores se adentraban al bosque a pasos apresurados

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La tormenta era cada vez peor, dejándolo sin poder usar su olfato para ubicarse mejor. Lo único que le permitió no perderse eran las marcas que dejó en algunos árboles.

Para su mala suerte, el sol decidió que era buena idea esconderse, dando paso a un cielo nublado y casi oscurecido.

El hombre solo desea que el joven rubio estuviera bien.

Cada vez estaba más cerca de su destino, unos cuantos pasos más y ya estaría al lado de su príncipe.

Pero como siempre, algo tenía que salir mal en su vida.

Cada vello de su cuerpo se erizo, sus pupilas se volvieron una fina línea y sus uñas se alargaron.

La puerta de la cabaña estaba abierta de par en par, podía ver desde esa corta distancia como la mesa estaba corrida, sillas tiradas en el piso, y sobre todo, aquello que hizo hervir su sangre, fue que el muñeco de Katsuki estaba tirado ahí, a escasos metros de la puerta, con la nieve amenazando con enterrarlo.

A pasos lentos se acerco al muñeco y lo alzó, con tanto cuidado porque sentía que podría romperse. No necesitaba entrar para darse cuenta que entraron a su casa, pues diferentes aromas la inundaban.

Su juicio se nublo de solo pensar en Katsuki, se lo habían llevado, lo habían arrastrado a una tormenta estando el enfermo.

Con su poca cordura, y mucho cuidado, dejó el muñeco en la entrada de la casa, junto con el bolso con plantas medicinales que llevaba.

Su ropa se fue rasgando, cayendo hecha pedazos en la nieve, su cola golpeó estruendosamente un árbol, y sus garras se hundieron en la nieve.

El aullido que soltó al final resonó por el bosque, dejando quietos y asustados a tres cazadores.

— Lobo...

Hola perras

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Hola perras.

Volvió por quién lloraban, o bueno, la historia por la cual lloraban.

Noticias ¿Buenas?

Tengo los caps terminados, o sea, hasta el final, solo falta corregir los horrores ortográficos que tenga snsmms

Todovaasalirbien 😃

𝔈𝔩 𝔓𝔯𝔦𝔫𝔠𝔦𝔭𝔢 𝔜 𝔈𝔩 𝔏𝔬𝔟𝔬 𝔏𝔩𝔬𝔯𝔬́𝔫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora