✵ Cᴜᴇɴᴛᴏ ᴅᴇ Hᴀᴅᴀs ✵

3K 504 139
                                    

El joven príncipe siente los brazos de el hombre mayor abrazarlo con fuerza. Tanta que siente que va a romperse.

O quizás ya está roto.

Cuando despertó, creyó que todo fue una pesadilla, pero la realidad lo golpeó más duro.

Ropa limpia, fina, cama cómoda, y una bandeja de plata llena de frutas frescas, junto con un vaso de agua.

Decir que salió corriendo de esa habitació, buscando a toda costa salir del palacio para adentrarse al bosque y encontrar a Izuku, es suficiente para saber lo preocupado que estaba.

Salir fue imposible, guardias por todos lados, sirvientes, y sobre todo, su padre.

El hombre al verlo despierto lo abrazo y lloro en su hombro, cayendo de rodillas mientras decía lo preocupado que estuvo y lo feliz que estaba de volver a verlo.

Su madre solo lo veía desde lejos, con su nana al lado. Las dos mujeres se veían tan abatidas.

Pero si hubo algo que terminó por romper al joven príncipe, fue el "regalo" que su padre le dio, una supuesta muestra de que aquella bestia que intento dañarlo yacía muerta.

Una daga de plata con rastros de sangre.

Una vez en sus manos, la daga cayó al suelo junto con el. La sangre estaba seca, pero ahí estaba.

La mujer que lo cuido desde que era un niño se desmayó al ver aquel objeto, sabiendo por el olor a quién le pertenecía esa sangre.

Katsuki solo se mantuvo arrodillado frente a la daga, llorando desconsolado.

No era justo, nada de lo sucedido era justo.

El tiempo pasó, y paso, y siguió pasando. Lo que alguna vez fue su realidad, se convirtió en un cuento de hadas que escribió en un pequeño cuaderno que su nana le dio una noche antes de desaparecer, jurando volver por el.

Y como si no fuera suficiente dolor, su padre pareció reacio a olvidar el compromiso con la bella dama que nunca conoció y no quería conocer.

No quería eso, no lo deseaba, no quiere seguir en esa jaula, hundiéndose en su dolor que nadie entendía.

Y de tanto pensarlo, tuvo una idea, una mala idea.

El iba a huir de todo.

Otra vez.

El joven príncipe lo planeo todo a la perfección. El día de su boda iba a morir, aprovechando que todo el pueblo estaría a las afueras, y gente noble e importante estaría más interesada en el banquete.

Su madre sería la única que sabría la verdad detrás de su muerte.

Cuando todo estuvo listo, Katsuki, nuestro joven príncipe, espero en su aposento. Traía un traje hermoso, con las más finas telas y adornos de oro. Parecía una obra de arte viviente.

En sus manos traía la daga de plata, aquella daga que terminó y ahora iniciaría todo.

Antes de hacerlo, tomo una copa de vino que su madre le ofreció como brindis por su compromiso y, después de ver la daga por un momento, la clavó más arriba de su abdomen.

La sangre brotó, manchando su camisa fina y delicada.

La mujer que se hayaba afuera de su aposento, entro despacio, acunando en sus brazos al joven rubio que tenía los ojos cerrados y los puños cerrados alrededor de la daga.

𝔈𝔩 𝔓𝔯𝔦𝔫𝔠𝔦𝔭𝔢 𝔜 𝔈𝔩 𝔏𝔬𝔟𝔬 𝔏𝔩𝔬𝔯𝔬́𝔫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora