|CAPÍTULO 05|

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Bebía mi café cargado, tenía una jaqueca de la mierda.

—¿Tienes los documentos?—gruñe el idiota socio de mi jefe.

Sí los tengo, idiota.

Asentí

—Tienes suerte de haberlo encontrado-continuo—. Si no ahora mismo estarías rogándome que no te despida.

—No tengo porqué rogarle a un hombre, idiota —susurre en voz baja al escuchar como aporreó la puerta al salir.

Mis recuerdos de la noche anterior vinieron a mi mente...

Mis pechos saltaban ante él en cada usurpadora que me daba de arriba y abajo. Él estaba apreciando la vista que mis pechos le daban. Se muerde el labio y jadea.

—Quiero que te corras —susurro al mover sus caderas a un ritmo fuerte.

—¡Ohh!—solté un leve gemido. Movia mis caderas al mismo ritmo, para aumentar la fricción.

¿Más? —me susurra con voz salvaje.

Sí, por favor —le suplico.

Puedo sentir lo húmeda que estás —separa los mechones de pelo, que se atraviesan en su vista.

Aprieto las piernas mi coño está empapado con mis fluidos.

Joder...

Había una reunión en la sala de juntas. Empujo la puerta y en la mesa había como diez hombres mayores portando trajes elegantes.

—Buenos días, señores.

—Buenos días —respondieron algunos.

Su mirada se encuentra con la mía, él me dedica una sonrisa de oreja a oreja.

—Siéntate —me ordena.

Tomo asiento.

—La empresa de los Silvertone lavaran nuestro dinero sucio —dijo un hombre canoso de ojos grises.

¿En qué trabajo me he metido?

Mi jefe es un mafioso y si soy la asistente de un mafioso mi seguridad corría peligro...

—No es tan idiota para aceptarlo —río Nick—. Stefano no metería su patrimonio en la corrupción que manejamos.

—Si se niega tendrá que enfrentar las consecuencias —dijo Christopher mientras expulsaba el humo de su cigarro—. Secuestrar y torturar a la zorra de su hija, sería una buena opción para que acepte nuestra propuesta.

Sería cómplice de no una sino miles de atrocidades y corrupciones...

Asintieron todos los hombres.

—Sería una buena puta para tu burdel, Christopher —soltó un hombre—. Yo pagaría miles de dólares por follarmela.

Christopher Barber es un hombre peligroso. Demasiado.

—Bien pueden retirarse, fue un placer hacer negocios con ustedes.

No comprendía lo que sucedía, estaba en shock.

Por esa razón me hizo firmar un acuerdo de confidencialidad, que estúpida eres Jane.

—¿Te dedicas a la trata de personas?—balucee con miedo—. Eres un maldito monstruo.

¡Soy un puto monstruo sediento de sangre!—bramó controlado por la irá y las venas de su cuello y sus brazos se marcaba por lo histérico que se encontraba—. Todos me temen, todos huyen de mí, incluso tú deberías temerme.

Ojalá no hubiera venido a la entrevista y también no me hubiera follado a mi jefe pero no hay vuelta atrás. Me he condenado yo misma en el camino de la mafia y eso era correr riesgo de una muerte constante a cada instante...

—Yo no te temo...

Mentí.

Le temía tenía miedo de lo que podría suceder.

—He condenado tu alma y tú cuerpo a este jodido mundo y dices no temerme —gruñó—. Tu vida corre riesgo al ser mi asistente, al ser mi mano derecha, al ser el punto blanco para mis enemigos, ¿estás dispuesta a correr ese riesgo?

Lo estoy.

***

—Quiero proponerte algo —continúa—. Quiero que sepas que no estás obligada a aceptar.

—¿De qué trata?—arqueo una ceja.

Se levanta y comienza a hurgar en su portafolio. Saca un sobre tamaño oficio. Regresa está vez su expresión cambia a serio y una mirada firme.

Me lanza una sonrisa.

—Es un contrato de Sumisión.

—¿Por qué mierda quieres que sea tu maldita sumisa?—cuestioné cruzando los brazos.

—Cuida lo que dices.

—Necesito saber la razón.

—Porque quiero que te rindas ante mí, en absolutamente todo, quiero saber tus fantasías, quiero saber hasta dónde eres capaz de llegar.

—¿Qué?—grite—. No puedes estar hablando en serio.

—Estoy hablando en serio, créeme.

-¿Qué estás dispuesta a aprender, Jane?

—¿Qué estás dispuesto a enseñarme?

Despierta en mí cierta curiosidad aprender acerca de ese mundo pero también me produce cierto miedo...

—Todo lo que tú quieras aprender —dijo con voz firme y una mirada retadora—. Desde que se necesita para practicarlo hasta los roles que existen en el BDSM.

—¿Qué ganaría yo?—murmure.

—Ganarías la exploración de tu cuerpo, descubrir lo que te gusta y lo que no, sobre todo te ayudaría a conocer tus límites.

—Algo que podría hacer yo misma —reí—¿Eso es todo?

—Si aceptas, negociaremos los términos que quieres establecer durante las secciones.

No sonaba mal... pero debía mejorar su propuesta, no era del todo convincente.

Pasión [En Proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora